martes, 14 de febrero de 2012

Reformas Rajoy

Decía Adam Smith –una cita que le es particularmente cara al periodista Santiago González por lo que tiene de hito en su evolución ideológica desde el comunismo- al principio de La riqueza de las naciones: «No es la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen ellos en su propio beneficio. No nos dirigimos a su humanidad, sino a su propio interés, y jamás les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas». Un representante de la patronal se pronunciaba sobre la reforma en términos parecidos a estos: «Contratamos a alguien para que trabaje, no para despedirlo». Mutatis mutandi, aplicando el principio enunciado por Smith, ese mismo escepticismo antropológico, y recordando el viejo axioma marxista de la plus-valía del trabajo, habrá que pensar que los patronos contratan para enriquecerse más. Eso puede ser legítimo y estar muy bien, sobre todo si la comunidad al completo se beneficia de la mayor riqueza generada, pero de ahí a presentarse el empresario como un benefactor público, desprendido y altruista…
Mientras la ministra Báñez dice que se trata de luchar contra el paro, Cristóbal Montoro reconoce que la reforma no creará empleo y a los cuatro días de publicarse la medida en el BOE Moody’s rebaja la calificación de nuestra deuda. Si hay que reformar se reforma, pero reformar pa na es tontería.
Como en El milagro de P. Tinto, se empieza saneando y se acaba abriendo un socavón por el que cabe la casa entera, así que hay que tener cuidado con las chapuzas y vigilar a PP gotera.

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