jueves, 8 de marzo de 2012

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado

Mientras El País seguía con su propagandística tabarra, Fernando Savater publicaba un ponderado artículo sobre Garzón que suscribo de la cruz a la fecha. Añadiría que fue condenado por el delito que (salvando las distancias) imputó a los del GAL: Ni siquiera para defender la democracia cabe utilizar métodos situados al margen de los previstos y actuar extramuros de la ley. Él mismo tuvo sobradas ocasiones de comprobar que los abogados de los delincuentes se sirven de un Estado en el que no creen y al que incluso desprecian para combatirlo abiertamente; pero esa es la grandeza y la debilidad del Estado de Derecho.
Yo, como Savater, también lo siento y reconforta ver que, aunque se ha quedado en el paro, no está con una mano delante y otra detrás; que puede irse de tourneé. Lo digo sin pizca de ironía.
Con frecuencia, las posturas prefijadas y fanáticas lo son por la endogamia de los partidarios. Forges se acuerda de Haití, de Somalia y de Garzón. En un curioso ejercicio de empatía, se pone en el lugar del juez, en el «locutorio dos», para escuchar al político corrupto confesar sus tropelías. ¿Le traiciona el subconsciente o se trata de un deliberado homenaje póstumo a los métodos de D. Baltasar?
Más que cantar un tango triste, sentido y arrastrao, Baltasar, flamenco, parece haberse arrancado por alegrías. Veinte años no será nada, pero, lo que es para volver, once parecen una eternidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, he leído por encima la multitud de opiniones, artículos que hay sobre el Juez Garzón y he podido ver los montajes de las fotos. La verdad es que todavía estoy alucinada porque se haya inhabilitado 11 años a una persona cuyo único objetivo en la vida ha sido luchar contra la corrupción mediante la aplicación de la ley y que no ha tenido miedo a la hora de buscar ni ha sido comprado, aunque se haya podido equivocar, como cualquiera en el ejercicio de su actividad. Es mas que evidente que el Juez no es santo de tu devoción (por decirlo de alguna manera), pero quizás deberías de mostrar un poco de respeto a la hora de opinar y no ocultarte tras una cámara y un blog, así es muy fácil. Dar la cara se cotiza caro hoy en día.

metempsicótico dijo...

Sr. Anónimo: Aunque no entiendo que, utilizando esa “identidad” para suscribir su comentario, me reproche “ocultarme tras una cámara y un blog”, no pensaba responderle porque me parece que la discrepancia es tan sana como necesaria. Pero hay algo que no puedo pasar por alto: lo de la falta de respeto. Si se fija, en esta misma bitácora, un poco más abajo (14-2-12), decía que yo no había brindado con champán por su condena y que tampoco me alegraba de ella. Lo digo y lo mantengo.
Pero, al margen de un tono irónico que utilizo con personajes públicos de uno y otro signo, no he pretendido faltar al respeto a Garzón y honestamente creo que no lo he hecho. El problema es que por encima del respeto a la persona debe colocarse el respeto a la ley, particularmente exigible a un servidor público y algo esencial en un juez. Es el alfa y el omega del Estado de Derecho.
En esa misma entrada (“Los que no brindamos con champán”) me refería a la sentencia y a que me había obligado a leérmela. Si usted ha hecho lo propio, no podrá dejar de reconocer que pone especial cuidado en determinar que lo de Garzón no fue una simple equivocación y que tuvo sobradas ocasiones para rectificar.
Podría coincidir contigo (o con usted) en que otros (ex)compañeros de judicatura (y gente de toda laya) le tenían ganas, pero el resto (su “único objetivo en la vida ha sido luchar contra la corrupción mediante la aplicación de la ley (¿?) y que no ha (…) sido comprado” (como en lo de Botín no se entró a conocer del fondo del asunto, lo dejaremos estar) es su (tu) opinión. Tan respetable como cualquier otra, por supuesto.
Salud.