Hace más de un año, el 23 de mayo de 2012,
en una entrada que titulé “Estamos en bankiarrota”, decía (y me da igual que
esté feo autocitarse) en referencia a las medidas económicas: “Dos situaciones
diametralmente opuestas pueden producir un mismo resultado. Pasa como con la
alergia. Según se acerca la primavera, todos los años oímos en los medios que
va a tener una gran incidencia porque las dificultades respiratorias son
mayores en un ambiente seco, o bien anuncian que la humedad hará que se
incrementen los índices de polen. Si dos causas tan dispares pueden producir un
efecto idéntico, deja de intervenir el principio de causalidad, al menos el
inspirado en la lógica, y es el puro azar el que rige los acontecimientos.” Ayer
oía en la radio que aunque había sido un año muy lluvioso, el riesgo de
incendio este verano iba a ser alto porque se había generado mucho material
combustible… En fin.
No, si tiene su lógica, pero también
tiene cojones.
Volviendo a las medidas económicas:
después de la noticia anterior, en el telediario de mediodía dijeron que el FMI asumía que había
cometido errores, que sus recetas, basadas en la lucha a muerte contra el
déficit, no habían dado el resultado apetecido y no se había conseguido
reactivar la economía. A renglón seguido, daban (¡atención!) nuevos consejos a
países como España para el futuro. Aquí tenemos un recetario muy gastado: “no
vamos a volver al camino del gasto público desbocado que nos ha llevado a esta
situación”, “las medidas de ajuste y la reforma del mercado laboral han dado de
sí todo lo que podían y se han revelado totalmente ineficaces para crear
empleo.” Todos tienen su parte de razón pero, por otro lado, seguir con el endeudamiento
ad infinitum podría arruinar a varias
generaciones. Con una y media ya está bien y hay que plantearse si no vale más
perder que más perder. Además, los de fuera las gastan como los del terreno.
Ahí está el amigo Jean Claude Trichet, el expresidente del BCE, con un sueldo y
una indemnización por cese multimillonarias, que reclamaba constantemente
contención salarial y abaratamiento del despido.
De esa chistera ya no salen conejos ni
palomas, sólo chistes malos.