jueves, 29 de mayo de 2008

Fogones al rojo vivo

La alta cocina anda excitando las bajas pasiones. Aunque no se había manifestado la opinión de Santamaría de una manera tan ruidosa, era palmario que había mucha gente que participaba de ella. No entiendo a qué viene ahora tanto rasgarse las vestiduras. ¿Porque una de las vacas sagradas se ha metido con otra punta del ganado? Hace unos años, Els Joglars pusieron en escena una obra, El retablo de las maravillas, en la que, en distintas variaciones sobre el entremés (vaya por Dios) cervantino, se ponía en tela de juicio, entre otras cosas, el arte de vanguardia y la cocina de autor. El papanatismo y el miedo a ser señalados como ignorantes (o como judios, en la obra de Cervantes y en la historia que igualmente contó el Infante don Juan Manuel por boca del conde Lucanor) impedían denunciar la vacuidad y la estafa. En el restaurante que Boadella sacaba a escena también se vendía humo.
Investigar sí, creatividad toda la que se quiera, pero –si puede ser- sin tomaduras de pelo. Aunque siempre habrá quien piense que, mientras haya snobs (recordaba Ortega y Gasset en La Rebelión de las masas que el origen de la palabra se sitúa en Inglaterra, cuando en las listas de vecinos se usaba como una abreviatura de sine nobilitate) con pasta y masoquismo suficientes como para prestarse a hacer de cobayas, allá cada cual.
No obstante, tampoco creo que esa idea, que Santamaría ya había expresado en la última edición de Madrid Fusión, se pueda aplicar de forma indiscriminada. Los guisos son cojonudos para la semana, el cocido de mi madre es de lo más sabroso que he probado, ahora bien reducir todo a la realidad garbancera no resulta enriquecedor, original, ni tampoco tiene demasiado fundamento. El rey no está siempre desnudo y pregonarlo así no es, por tanto, una prueba de valor sino de lo injusto que suele ser lo de ponerse a generalizar.
¿Por qué esa tendencia a situarnos en posturas aparentemente irreconciliables, en maximalismos artificiosos? El producto y la imaginación no se niegan mutuamente. Sano es el debate y sano debe ser el contenido del plato. No tiene sentido andar dándole vueltas si, como la venganza, se debe servir frío o caliente. Todo tiene su momento y cada cosa a su tiempo.

sábado, 17 de mayo de 2008

¿María sí, Mariano?

Cuando María le ha expresado a Mariano que tiene un problema de confianza han vuelto a saltar las alarmas, y es sintomático porque lo han hecho con mayor virulencia que tras la defección de Acebes. En el partido lo sufren como otra estación del inacabable calvario que están viviendo, sólo que esta cruz no la esperaban llevar y les pesa como todas las demás penitencias juntas. Para colmo, los infanzones del PP vasco se han rebelado contra su jefa. ¿Hay exceso de personalismo en San Gil o es que los otros se intentan poner a resguardo de eventuales represalias? ¿Acaso no formaba parte del aparato del propio partido para plantear alternativas congresuales?
El enfrentamiento con Rajoy semeja el del ímpetu contra la frialdad, la pasión y los sentimientos contra la racionalidad cerebral. San Gil a lo mejor se equivoca en las cuestiones programáticas –que no lo sé ni me importa- pero ahí hay una mujer que se mueve porque no puede parar, que es incapaz de estarse quieta ante lo que interpreta como una traición o un atropello.
Hay que reconocer que el tema de debate en los partidos no es, ni puede serlo, el de las cualidades personales, el arrojo o la sumisión, pero qué bien viene de vez en cuando algo de frescura, ciertas dosis de sinceridad desgarrada, aunque desentone (o precisamente por eso) de tanto político reflexivo. Por todo ello, y por el valor que ha demostrado con creces, sólo puede concitar simpatías. En ese carácter no tiene cabida el cálculo ni entra la frialdad interesada... ¡ah! y le importa un pito no salir en la foto.
Diría que esto es una confaovulación si no fuera porque tengo miedo de que me llamen machista. Aunque pensándolo bien, los que tienen la vara de medir, los propietarios del rasero y de la patente de democracia, los que reparten los carnés de homologación con Europa, los que dicen quién mola y quién no, son implacables sólo cuando se trata de los suyos (las suyas en este caso). A las del sector duro de la derechona no les dan cobertura. Vamos, que a esas, ni agua.

jueves, 8 de mayo de 2008

Con nocturnidad y alevosía

Trillo se puso farruco. El que fuera Ministro de Defensa –preñado tan sólo de verbo ampuloso y ciertas ínfulas- clavó su par de rehiletes y salió adornándose: «No se escandalicen ustedes.» Chacón se encontraba fuera cacho, semihuida, barruntando el pasillo que se preparaba, rumiándoselo de antemano. Hay quien apunta que sirvió para un paseíllo pero en vista de que, esta vez, Raúl no sacó el capote, yo creo que fue más bien paseo militar.
Fernández de la Vega respondió a las puyas y pullas de Trillo («el Ejercito está para disparar, no para pagar») cruzándose, echando la muleta adelante y abriendo el compás: «Me siento muy orgullosa del Ejercito.» Hubo, pues, pique en los quites –que dirían los revisteros antiguos-; una suerte ya olvidada.
Fernández de la Vega también se puso chula y paró, mandó, templó y cargó la suerte mirando al tendido, retadora. Pero la cosa iba de plazas militares y no de toros, de manu militari y no de la izquierda, la del toreo al natural y, sobre todo (ya lo insinuábamos), de piratas, de Perejil, que no es la Isla del Tesoro, que no es islote del Caribe sino de Berbería, y de los somalíes, que tampoco son Billy Bones, Perro Negro, Sacristán y John Silver el Largo.
O sea, que manda huevos... y una botella de ron.

sábado, 3 de mayo de 2008

Don de lenguas

"Una lengua que ha estado mucho tiempo oprimida,
o al menos desatendida, ¿puede legítimamente
reafirmar su presencia a costa de las otras, y con
el riesgo de instaurar otro tipo de discriminación?"
(Amin Maalouf, Identidades Asesinas)
Antich anuncia para Baleares medidas lingüísticas semejantes a las que ya rigen en Cataluña, Galicia o Euskadi. Se trata de imponer el catalán en el ámbito de la Administración y en el de la enseñanza. El nacionalismo no descansa: uno de sus efectos más perniciosos es el contaminar todo lo que le rodea. Los que viven en los lugares donde goza de un cierto predominio y no son nacionalistas, están atenazados por el síndrome de Estocolmo. Tampoco respeta nada: si mala es la imposición en las aulas, mucho peor resulta la obligatoriedad fuera de ellas. El patio pertenece a la esfera privada y controlarlo supone negarle a los escolares su derecho a la intimidad. ¿No les da vergüenza vigilar que no se use el español en el recreo estableciendo comisarios políticos y dispositivos de espionaje o delación? Produce escalofríos pensar en ello: el Gran Hermano de la lengua.
Hace años saltó la noticia de que en los campamentos del frente de juventudes del PNV se cargaba con piedras las mochilas de los niños a los que pillaban hablando erdera y se les obligaba a marchar con ellas. ¡Apa txacurra! Lo justificaron con peregrinas teorías pedagógicas, asegurando que se trataba de un juego y quitándole importancia a la cuestión. ¡Maketo!
¡Ni Franco se atrevió a tanta iniquidad!