miércoles, 29 de febrero de 2012

¡Qué chollo!

Últimamente he recibido un montón de spam de una web de subastas de gadgets electrónicos con la que hay que tener cuidado: Ziinga. Para hacer la prueba accedí, como invitado, a una subasta en la que se puede participar de forma promocional, por una sola vez, sin necesidad de tener crédito. Me inventé un nombre de usuario y un correo y me hice con un Samsung C3300 por la bonita cantidad de 1,81 €. Claro que el precio incluye no solo los gastos de envío sino la suscripción por una semana a la web. Cuando introduces los datos de tu tarjeta y te registras estás aceptando las condiciones leoninas de la compra: la suscripción obligatoria durante al menos 3 meses con una cuota de 67,99 €. O sea que el móvil te sale por 205,78 €.
Que nadie ata los perros con longanizas ni los apedrea con lomo.

Nada me parece justo en yendo contra mi gusto

Me molesta el alineamiento obtuso que nubla la vista, dificulta el entendimiento y anula la claridad de juicio. Actualmente, la prensa altera la realidad no para evitar que estropee buenos titulares sino para que no choque con las ideas preconcebidas o el corpus dogmático. Las posiciones monolíticas, sin poros, son impermeables a las consideraciones ajenas. A menudo, los hechos ni siquiera niegan la postura fijada de antemano; únicamente la matizan. ¿Es verdad que el sindicalista que mandó a su puta casa a MAFO y que gana más de 180.000 € al año, los entrega íntegramente a la UGT? Pues dígase porque, si no, la opinión degenera en consigna.
Me alegra la absolución de Garzón en el último proceso que se le seguía en el Supremo, pero ayer El País seguía insistiendo en la especie de que se le había encausado por su pretensión de juzgar al franquismo. Y dale. En su edición digital incluso titulaba: «Garzón “se excedió” al intentar mejorar el estado de las víctimas». El enunciado es tan ambiguo que puede servir tanto para exculpar su actuación, a modo de atenuante, como para explicar las aviesas motivaciones de sus juzgadores, quienes le procesaron precisamente por su intención «excesiva» de favorecer a los rojos. No creo que el equívoco en la redacción sea casual.
Después de inhabilitarle, muchos siguen dando pábulo al falso dilema de quién puede autorizar la apertura de fosas. Conozco personalmente a quien desenterró a un tío suyo del maquis, que había sido fusilado, para volver a enterrarlo, esta vez con honores, en el cementerio de su pueblo. Y no tuvo que recurrir a Garzón.
Incluso muchos de los que han afectado escandalizarse por el juicio, no dejan de reconocer en su fuero interno que alguien que tiene la ocurrencia de pedir el certificado de defunción de Franco tal vez no está en condiciones de ejercer la judicatura. Sin embargo, no le inhabilitan –¡faltaría más!- razones ideológicas, ni siquiera su ego colosal, sino una cuestión básica de salud mental que afecta a su pericia, a su capacidad en el desempeño de la profesión. Más allá de heterodoxias o peculiaridades, de sus delirios de grandeza y su autobombo propagandístico, y yendo al meollo de la cuestión (si cometió o no delito, que se ve que no), unos y otros deberían considerar la lectura de la Sentencia como algo obligatorio.
Primero la verdad, toda la verdad, y después la línea editorial.

lunes, 27 de febrero de 2012

Consejos vendo que para mí no tengo

En un reciente debate radiofónico oí decir: «Cuando hay negociaciones entre la patronal y los sindicatos, la gente lo visualiza como un enfrentamiento entre los cabrones y los vagos». Añadía el tertuliano que buena parte de culpa recae sobre los agentes sociales en general y sobre los sindicatos en particular.
El ABC publica hoy una noticia de la que se hacen eco otros medios: «Los sindicatos mayoritarios controlan un complejo entramado de sociedades limitadas y anónimas que suman unos activos de más de 240 millones de euros. En el último ejercicio contable presentado en el Registro Mercantil, las 53 empresas analizadas obtuvieron unos beneficios de 10.595.000 euros.
Los sindicalistas se convierten en patronos en varios sectores económicos e incluso se asocian a grandes multinacionales como el BBVA y Telefónica, alianzas de las que obtienen suculentos réditos en el campo de la gestión de planes de pensiones de empleo privados».
La peña empieza a estar muy harta: de los despidos y de la ley del embudo que aplican algunos.

martes, 21 de febrero de 2012

Brutalidad policial

Es la brutalidad policial en el uso del fuego amigo (al enemigo, ni agua). ¡11 heridos por actuaciones de los propios compañeros!
¡Serán brutos!

lunes, 20 de febrero de 2012

Premio literario

Mi lucha… contra el sectarismo, la intolerancia, el cerrilismo, la militancia excluyente, el totalitarismo, el fanatismo, la estulticia, el orgullo sandio, la sandez orgullosa...
Decía Ortega y Gasset: «Ser de izquierdas es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas en efecto son formas de la hemiplejía moral». Mucho más reciente es la reflexión de Juan Avilés: «A propósito de las identidades diferenciadas de la izquierda y la derecha a estas alturas de la historia debo confesar que me pasa lo que al gallego del dicho con las meigas: no creo en ellas, pero haberlas haylas. Es más, su existencia resulta utilísima porque permite, por ejemplo, deducir lo que alguien piensa de los transgénicos a partir de lo que piensa sobre Israel, pues tanto las gentes de izquierdas como las de derechas parten de unos prejuicios que les permiten tomar postura ante temas complejos de los que saben muy poco». (El Cultural, 11-11-11) ¡A ver si va ser este el caso!
Reconozco que no lo he leído pero, así a pelo, solo por el título, creo que merece un premio a la objetividad y al pragmatismo, al esfuerzo por la empatía. Ese de ahí abajo que parece Mick Jagger dijo: «Solo hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y de lo primero no estoy seguro.» He aquí la prueba.
En fin, reconozco que no me lo voy a leer.

La relatividad de la gravedad

Zapatero presi (valga el ablativo absoluto: siendo Z.P. presidente) las agencias de calificación descalificaban gravemente la economía española. Luego, en vista de todo lo que han fallado y de los intereses (americanos) a los que sirven, las descalificaciones continúan pero se ha restado gravedad a la cuestión. Esta crisis nos está enseñando a relativizar que no veas.
El otro día se advirtió de que el gobierno de Rajoy había falseado las cifras del déficit de 2011 ante la Unión Europea para vender mejor los resultados de este año. Después, Bruselas lo desmintió. Seguimos sin saber si era un bulo, una absoluta falsedad o una verdad a medias.
Todo lo que sube, baja, y aunque la bolsa parece más encaminada a un desplome irreversible que a un rebote, ya no se toma como termómetro (más bien tensiómetro) de la economía. Ahora el déficit es el colesterol que amenaza con taponar las arterias e impedir de forma definitiva la circulación del dinero.
Todo es relativo. El ablativo absoluto está, como el latín, muerto y enterrado.

Hablamos de sexo

Salvo un uso figurado, casi metafórico («el eterno femenino», «un hombre muy masculino»), femenino y masculino son género, accidente gramatical, no sexo. Pero es que hemos acabado confundiendo los términos y haciéndolos intercambiables. Dentro de poco, podremos hablar de «generador de pollos» en vez de «sexador de pollos», trabajadoras del género, enfermedades de transmisión genérica o capitán sexual. Si discutir del sexo de los ángeles dio pie, en Bizancio, a inacabables y complejas controversias, ¡cuánto más difícil hubiera sido abordar la cuestión de a qué género pertenecían!
En 2004, con motivo de la preparación de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, el gobierno pidió un informe a la Real Academia sobre el término. El dictamen, elaborado por Antonio Muñoz Molina, no pudo ser más concluyente: El uso de «género» en lugar de «sexo» procedía de un préstamo del inglés, una traducción literal y errónea de «gender», ya que «sex» únicamente hace referencia a las relaciones sexuales. En ese idioma no existe el concepto de género gramatical y los objetos, al contrario que en español, no tienen esa característica. El gobierno, al decidir la redacción definitiva de la Ley, ignoró la autoridad lingüística de la RAE y se plegó a la presión de colectivos feministas (¿y frígidos?). El sexo vuelve a ser tabú.
El 10-4-08 publicaba El País un artículo de Javier Rodríguez Marcos sobre la posibilidad de cambiar el nombre del Congreso para que fuese «de los Diputados y las Diputadas». Recordaba el articulista que en las lenguas románicas el masculino es el llamado género no marcado, es decir, que abarca a individuos de los dos sexos y servía no solo para los seres humanos sino también para los animales, de tal manera que cuando alguien dice que el oso es una especie en peligro de extinción incluye tanto a machos como a hembras. Citaba, además, a Ignacio Bosque, miembro de la RAE, quien consideraba el desdoblamiento artificioso y ridículo: «… no responde más que a una simple regla gramatical. La misma que funciona cuando se coordinan un sustantivo masculino y uno femenino. En “Juan y María han ido juntos”, “juntos” es un masculino plural: “Así es el idioma, no hay otra forma de decirlo”». De la misma opinión era Mercedes Bengoechea, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares y estudiosa del sexismo en el lenguaje.
Lo que pasa es que cuando una cuestión extraña al debate político es prohijada por un bando, este y el contrario toman partido y ya no hay manera de discutirla racionalmente. El alineamiento releva de la necesidad de allegar argumentos: ya vienen elaborados y deglutidos de antemano. Esto explica que cuando Ana Mato, al poco de tomar posesión de su Ministerio, eludió referirse a la violencia de género y usó otra terminología, hubo quien se escandalizó, como si se hubiera producido un paso atrás en una gigantesca conquista social.
¿Así que sexo M, F? En catalán estaría claro (mascle, femella) o en francés (mâle, femelle) y en inglés también si no fuera porque ahí sí es género (male, female), pero en español… (¿macho y fémina?, ¿mengano y fulana?). Melonadas y futilidades.
P.D. Menos de quince días después de publicar este post, la RAE aprobó un informe del académico Ignacio Bosque, del que se hicieron eco los primeros El País y ABC, que encendió de nuevo y más que nunca (erre que erre, que no ERE que ERE) la polémica.

martes, 14 de febrero de 2012

Reformas Rajoy

Decía Adam Smith –una cita que le es particularmente cara al periodista Santiago González por lo que tiene de hito en su evolución ideológica desde el comunismo- al principio de La riqueza de las naciones: «No es la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen ellos en su propio beneficio. No nos dirigimos a su humanidad, sino a su propio interés, y jamás les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas». Un representante de la patronal se pronunciaba sobre la reforma en términos parecidos a estos: «Contratamos a alguien para que trabaje, no para despedirlo». Mutatis mutandi, aplicando el principio enunciado por Smith, ese mismo escepticismo antropológico, y recordando el viejo axioma marxista de la plus-valía del trabajo, habrá que pensar que los patronos contratan para enriquecerse más. Eso puede ser legítimo y estar muy bien, sobre todo si la comunidad al completo se beneficia de la mayor riqueza generada, pero de ahí a presentarse el empresario como un benefactor público, desprendido y altruista…
Mientras la ministra Báñez dice que se trata de luchar contra el paro, Cristóbal Montoro reconoce que la reforma no creará empleo y a los cuatro días de publicarse la medida en el BOE Moody’s rebaja la calificación de nuestra deuda. Si hay que reformar se reforma, pero reformar pa na es tontería.
Como en El milagro de P. Tinto, se empieza saneando y se acaba abriendo un socavón por el que cabe la casa entera, así que hay que tener cuidado con las chapuzas y vigilar a PP gotera.

La final de la Copa ya ha empezado

Me he asustado al leer la noticia del ataque sufrido por Shakira a manos (¿a fauces?, ¿a garras?) de un león marino. Sin embargo, ahí, en su propio muro de Facebook, está la explicación y lo que la cantante ha creído que era un león de mar era en realidad un león de San Mamés que seguramente iba a por su novio.
Lo que ocurre es que, ante la negativa del Madrid a ceder el Bernabéu para la final de Copa, los contendientes empiezan a probar sus fuerzas allá donde pueden y se están librando las primeras escaramuzas; esta vez en México.
No ha trascendido si el león intentó morderle el culé pero apostaría a que sí.

Los que no brindamos con champán

El mismo día en que se hizo pública la condena a su padre, María Garzón publicó una carta en El País dirigida a los que se alegraban de la dureza de la sentencia hasta el punto de brindar por ella. Es lógica la reacción: la familia está jodida y respira por la herida. Lo que me llamó la atención es que apelara, como había hecho su padre la víspera, a la conciencia. Flaco favor se hizo don Baltasar citando a Kant al asegurar que “el tribunal de un hombre es su conciencia”. Con semejante afirmación restaba autoridad al tribunal que estaba a punto de sentenciarlo y deslegitimaba un oficio que, hasta ese momento, todavía era el suyo. Había dudas de su pericia como juez pero de ese modo dejaba claro lo nefasto que resultaba como abogado de su propia causa. Con la conciencia pasa como con las buenas intenciones, que de esas está empedrado el camino del infierno. Nietzsche ya advirtió que con ellas solas no basta.
En este juicio, Garzón se ha visto despojado de la toga dos veces: una literal y otra metafórica y definitivamente. En la primera ocasión debió ahorrarse a sí mismo el bochorno y a los demás la vergüenza ajena. Como le dijo el Presidente de la Sala, él sabía que un acusado no puede sentarse vestido de esa guisa en el banquillo.
Nunca me he alegrado de la desgracia ajena cualquiera que fuese la circunstancia que la provocara, y creo que en eso formo parte de la mayoría. Esta vez, tampoco. Lo que ocurre es que me cuesta entender la insistencia en comparar la resolución de este caso con la de los perseguidos que han acabado en perseguidores, los de la trama Gürtel. La cuestión es muy sencilla y podría no entenderla Pilar Bardem pero Gaspar, como Baltasar, sí deben porque afecta a los fundamentos mismos del sistema democrático: Los delincuentes se pueden servir de los mecanismos del Estado de Derecho para defenderse, pero el Estado de Derecho no se puede defender a sí mismo con los métodos de los delincuentes y quebrantar la ley. Esa es la diferencia. No valen las razones de Estado ni cualesquiera otras que la ley misma, todas las de la ley pero con la ley como límite. Una cosa, ya digo, es que lo ignoren los portadores de pancartas a las puertas del Tribunal Supremo, pero Llamazares está obligado a saberlo. Ya que no hace pedagogía, al menos, si discrepa, ha de tener cuidado con el uso de argumentos espurios y peligrosos por antidemocráticos. Por lo visto en la vista (la de Valencia), Camps es un sinvergüenza, pero lo que se juzgaba no era su catadura moral sino la comisión de un delito, si quedaba demostrado que había cometido el delito que se le imputaba. Yo ya no le votaré aunque (cosa dudosa) tuviera la oportunidad de hacerlo. En honor a la verdad, tampoco lo hice cuando la tuve.
Más comprensible me resulta la comparación con otros jueces, como aquel mastuerzo que consideraba que llamar zorra a una mujer no es insultarla. Parece evidente la desproporción entre las sanciones impuestas a uno y otro por sus respectivas actuaciones en el ejercicio del cargo, por mucho que el uno vaya contra derechos constitucionales, la privacidad de las comunicaciones y la defensa letrada, y el otro haya cometido un delito de lesa femenidad (o algo así). No sabemos si en la forma de instruir los sumarios, por parte de Garzón, influye algo más que el afán profesional de perseguir a los delincuentes sin cuartel (y de ahí la necesidad de encontrar pruebas a toda costa) y si hay dosis de vanidad, como se sugiere a menudo, o se deja llevar por sus inclinaciones políticas, como también se apunta. De entrada y al margen de preferencias partidistas, filias o fobias particulares, no pueden causar la misma simpatía el exjuez estrella y el mencionado juez repugnante que hemos tomado como ejemplo (mejor dicho, a quien hemos mencionado a título de ejemplo).
Ciertamente, la jurisprudencia del Tribunal Supremo no figura entre mis lecturas favoritas pero me he obligado a leer la sentencia. Lo primero que me ha llamado la atención es que, a pesar de que unánimemente ha merecido el calificativo de dura (¿dura lex sed lex?), el artículo 446 del Código Penal, como se recoge en la página 36, prevé una pena para el delito de prevaricación de entre diez y veinte años. Once se sitúa en la parte más baja del tramo. Además de que resulta sólida, muy currada, no sé si estaban pensando en Gómez de Liaño, a quien aludía recientemente por el indudable paralelismo con quien fue su colega, al redactar el Fundamento de Derecho Sexto. Gómez de Liaño, también inhabilitado, obtuvo la victoria moral del reconocimiento por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de que su proceso había carecido de las garantías precisas. La sentencia de Garzón está trufada de referencias a la jurisprudencia de dicho Tribunal (el de Estrasburgo) y a la del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas.
Los mismos que hoy claman contra la prescripción del asunto “Banco Santander” ayer reclamaban la del tema de las fosas y los que ahora proclaman la injusticia de esta sentencia antes declamaban que el 11-M era cosa juzgada y bien juzgada. Así son las cosas.

viernes, 3 de febrero de 2012

Se impone el balance

Aunque haya que cambiar el foco también procede hacer balance de la etapa anterior. Zapatero no se supo rodear de gente con más talento que él –y eso que lo tenía fácil- sin embargo una cosa hay que reconocerle: ingenio. Una vez aupado a la Presidencia del Gobierno quería subir otro escalón y pasar a la historia. Para eso tenía que participar en los acontecimientos relevantes o dejar una huella indeleble. El desempeño de un papel estelar pasa por hacer cualquier cosa que no se hubiera hecho antes (idea que guió el asunto de la negociación con ETA y que explica la impresión de adanismo que causa) o hacer lo que sea mejor que nadie. Además, sus antecesores tenían un bagaje del que presumir: Adolfo Suárez fue Gobernador Civil y Director General de RTVE y Felipe González todavía estaba rodeado por la aureola mágica de su etapa de clandestinidad (Aznar no cuenta ni merece ser recordado). ¿Y él? Entonces tira de pedigrí, saca a relucir el árbol genealógico y aparece el abuelo fusilado. Lo que pasa es que eso puede poner en entredicho la perogrullada de que “algo es mejor que nada”.
Pero ¿cómo tomar parte en los dos momentos que le parecían más cruciales de nuestra historia reciente, la Guerra Civil y la Transición, si todavía no había nacido, o en el caso de la Transición era apenas un adolescente (ejem)? Pues aquí viene lo bueno y es cuando inventa el mecanismo de la Memoria Histórica, una máquina del tiempo que le permite apretar al rewind, colocarse allí donde le interesa y cobrar un protagonismo que no pudo tener por las razones obvias apuntadas.
En fin, que consiguió pasar a la historia como el peor presidente de la democracia … y más allá.

Torquemada en la hoguera

(De momento, solo en la picota)
Para que luego digan que no le dejan defenderse con todas las armas: con víctimas de la Guerra (que, la verdad, no sé qué pintan; seguramente tienen más razón que un santo pero ahí se juzga otra cosa), con manifestantes a las puertas del Supremo y con las portadas de El País a favor.
Aunque no se puede decir que sea viejo, el truco ya tiene unos añitos: Nada de contenciosos; para acojonar de verdad lo que procede es una querella por prevaricación contra ese Alcalde que no cierra un pub atronador. Respecto a los jueces, ya enseñaron el camino con Gómez de Liaño, apartándolo de la carrera judicial por atreverse a procesar a Polanco. ¿Qué la víctima acusadora no era de la misma ralea y estos (sobre todo los de Gürtel) son unos delincuentes? Pero la idea sí es idéntica: se trata de defenderse atacando. El Estado de Derecho es lo que tiene.
Alguacil alguacilado, se llama.

La vida sigue igual

Hablando de educación, ya sé que no es correcto autocitarse, pero está uno en una edad en que se pierden los miramientos y la etiqueta. Y a esto, publicado el 26-4-06 en el blog Ciudadanos Libres, bajo el alias Corto Maltés, no tengo ni una coma que añadir:
¿Es que no se les ocurre otra política educativa que enmendar la plana al ministro precedente, desandar lo andado y colocar cada cual su sello, su propia marca de fábrica? Diría que hay serias y extendidas sospechas de que se ha pasado de meter la letra con sangre a que no entre de ningún modo, de exigir la lista de los reyes godos a que el temario se limite al último rey de España (quiero decir al actual), de conocer los afluentes de los ríos de la península ibérica a la apropiación programada –en exclusiva o por tramos- de los que atraviesan una comunidad, de las leyendas y cronicones a la revisión o falseamiento de la historia, de saber latín a no ser capaces de hacer la o con un canuto, y así ad infinitum. Fuerza es reconocer en ello, más que una mala gestión de este gobierno o del anterior, un colapso general, un fracaso de los estamentos implicados y un completo desarme moral, con expresa renuncia a ideas, valores y principios sobre los que se asentaba la educación.
Las dificultades para abordar el tema desde el consenso, para extraer denominadores comunes, para hacer una política de Estado (bueno está el horno para tales bollos) se han revelado insolubles. Y conste que estas historias no son nuevas: “El modelo llega a su cima con la reforma de Moyano de 1857, que garantizó la educación primaria obligatoria hasta los nueve años y concede al Estado la elección de los programas y libros. De nuevo, la penuria impide avanzar, y si en Francia la reforma educativa fue fundamental en el desarrollo de la unidad nacional al extinguir los particularismos y las lenguas regionales, en España, la deficiente escolarización truncó esa posibilidad, permitiendo la supervivencia de los idiomas locales.” (García De Cortázar, Fernando, Breve Historia de España). Al margen de las lenguas vernáculas –lo que pudo ser una afortunada y casual consecuencia de una insuficiente acción política-, esto se parece a un mal endémico.
Andamos con dudas milenarias, desde el Génesis a Pío Baroja, entre El Árbol de la Vida y El árbol de la ciencia y, como Unamuno (“¡que inventen ellos!”), en Amor y Pedagogía, se encumbra la ciencia a un punto que la hace parecer ridícula, abonando los argumentos en su contra y situándonos en el extremo opuesto. “No educaré a mi niño ni como ella en su remordimiento ha deseado ni como me educaron a mí. (...) Prefiero que tenga una psicología apacible, una fisiología pujante, que conserve su pureza largo tiempo; que sea atlético y cristiano; que no refine las sensaciones y no se avergüence de los sentimientos; que se case a los veinticinco años con una buena moza, de caderas anchas y críe a sus numerosos hijos en el temor de Dios y en la convicción de que la vida es excelente, que nacer es un don y que hay fuera de nosotros y por encima de nosotros una ley que hemos de acatar y un criterio definido que se nos impone. (...) A veces sueño para la criatura un atletismo que, mediante la ley de adaptación, le reduzca el cerebro y lo convierta en uno de esos dioses bellamente estúpidos de cabeza menuda y pectorales y bíceps soberbiamente desarrollados, que nos legó un período del arte helénico. ¿Y yo? ¿Por qué no procedo así? (...) Porque empecé temprano a socavarme el alma y a practicar el rito que produce la infinita desolación. Porque soy un envenenado...” (Pardo Bazán, Emilia, La Sirena Negra).
Se ha probado a separar los ministerios de Ciencia y Educación y a volver a unirlos. La LOGSE intentó acomodar las titulaciones y la formación profesional a las demandas cambiantes del mercado laboral. Era una buena ley que careció de medios para su implantación y desarrollo, según oí decir –al principio- a muchos docentes. Con esos bueyes había que arar pero estábamos otra vez como con Moyano. La Ley de Calidad se tildó de reaccionaria y centralista y fue directamente ignorada y derogada antes de cumplir un solo artículo. Este gobierno estableció como prioridad la reforma de la Ley Orgánica de Universidades y, al día siguiente de aprobar la LOE, la Sra. Sansegundo salió por la puerta de atrás del Ministerio.
Otras cuestiones serán importantes pero esta lo es tanto como la que más. ¿No ha llegado el momento de dejarse de tontunas revanchistas, abandonar las posturas dogmáticas y pasarse al “gato blanco, gato negro” de Felipe González cuando volvió de China? Pregunto.