lunes, 31 de marzo de 2008

Hágase la Luz

Se ha ido la Luz y nos hemos quedado otra vez a oscuras.
Ya tenemos una nueva escandalera judicial. Cuando se produce algún fallo (error) u horror (como éste) en los palacios de justicia o sus alrededores, todos se olvidan de Montesquieu y van buscando interesadamente culpables en el gobierno o la oposición (según) con la misma ansiedad con que ignoran la separación de poderes y el respeto a las resoluciones judiciales que otras veces reclaman. Tras la muerte de Mari Luz, hemos asistido por enésima vez a la catarata de condenas y de exigencia de reformas para dar solución a una tragedia repetida. Es como una película que ya hemos visto: los mismos argumentos, parecidos actores representando a monstruos desalmados, unas circunstancias de antecedentes judiciales y personales casi calcadas y excusas semejantes. Sólo las elites del intelecto, desde los editoriales de determinados periódicos, advierten de los límites: “la cadena perpetua es anticonstitucional” (juicio, por otro lado, que ni siquiera es compartido por algunos miembros del CGPJ). Eso cuando todavía no hemos averiguado, ni en la teoría ni mucho menos en la práctica, qué coño puede ser eso de la reinserción. Vale, pues que, redimiendo condena, se la dejen a elementos como Santiago del Valle en ciento cincuenta años (y me quedo corto) o que, si de verdad se reeduca y se muestra capaz de reinsertarse, que lo suelten de aquí a treinta años. Y si no, pues nada: sombra y grillos. ¿No es eso de lo que se trata?
La privación de libertad repugna a muchas sensibilidades pero nadie parece dudar que sea necesaria; unos ponen el acento en los asesinos y violadores y otros muestran su preferencia por castigar los delitos de guante blanco: financieros, estafadores, políticos corruptos y, últimamente, promotores inmobiliarios. Si el sistema penal se muestra incapaz de reeducar al presidiario, habrá que modificarlo, pero equiparar la rebaja semiautomática de las condenas a la reinserción (como si fueran créditos universitarios que se conceden por las actividades más peregrinas), a falta de mejores mecanismos y argumentos, es una broma pesada que delata (aunque intenta encubrir y disimular) la escandalosa inutilidad de las actuales estructuras. Por ese camino, que les den champán y langostinos a los presos como pedía De Juana Chaos.
Lo único cierto es que se sigue jodiendo la vida a personas honradas, sin ninguna inclinación a delinquir, que han cometido algún error de poca monta, mientras los verdaderos criminales, gente sin escrúpulos, se aprovechan de las flaquezas del sistema y acaban yéndose de rositas.
En estos debates, como en los de la estructura territorial, nos desayunamos atónitos con el hecho de tener una Constitución más avanzada que la de Francia (por poner un ejemplo) en régimen de libertades y otras inapreciables ventajas. Pero ¿no retuercen la Constitución para hacer de una Nación indivisible e indisolublemente unida, un concepto discutido y discutible, una pluralidad de Naciones, Nacionalidades, Realidades Nacionales, Regiones y No-sé-cuantas-cosas-más? Pues que los artífices del verso jurídico le saquen punta al lápiz, se pongan a hacer los encajes de bolillos que haga falta y dejen de jodernos a los legos con puntilllosidades y estupideces.
¡Ya está bien! Urge dar solución antes de que vuelva a ocurrir, antes de que otro animal acabe con otra Mari Luz.

martes, 25 de marzo de 2008

chikilicuatre a urovisión


Chikilicuatre ha pasado de significar graciosillo sin fuste o chisgarabís, a usarse como guiño de complicidad, apelativo cariñoso, lugar común y, como todo lo que se pone de moda de pronto, latiguillo de conversación efímero (¿alguien se acuerda del fistro o del cuñaaaao?) Es decir, que ya está trascendiendo el apodo del artista ese, de nombre de pila Rodolfo.
Aunque uno siempre ha tendido a creer otra cosa –más por deseo personal que por verdadera convicción- los criterios estéticos (el buen o el mal gusto) dependen de su grado de penetración y del impacto que produzcan. A la larga, de forma activa o, sobre todo, pasiva (actuando como caja de resonancia), las masas son entes productores de tendencias. Cuanto más numeroso sea el público al que llega, mayor es el éxito de las corrientes y la posibilidad de que éstas se consoliden como tales. Es de perogrullo que la sociedad crea movimientos sociales. Resulta curioso –y aleccionador- observar cómo determinados comunicadores en principio acreditados dan un salto cualitativo (o tal vez estaría mejor decir cuantitativo) en su carrera cuando abandonan el tono serio para ahondar en la cutrez y en la horterada: Buenafuente sigue los pasos de Sardá. Hablando de Memoria, ¿alguien recuerda a dos señores situados ideológicamente en polos opuestos, que en la más tierna Transición hacían un humor inteligente con abundantes referencias políticas? Tip y Coll, claro. Pues eso.
Total, que andaremos todos poniéndolo a caer de un burro hasta que nos descubramos tarareando la melodía-loctite, o nos la bajemos para el móvil, o veamos a una moza de buen ver (o viceversa) meneando su (de ella o de él) chikilicuatre, o dándole al chiki-chiki, y caeremos en la cuenta de que era la octava maravilla.
Me dicen que en una de las últimas ediciones del Festival de Eurovisión salió un pavo, pero no como sinónimo de menda sino así, literal, vestido de gallinácea, no sé si con el cuchillo de trinchar clavado. ¡En fin! Me estoy haciendo viejo.

lunes, 24 de marzo de 2008

Partidos por la mitad

La Memoria Histórica es definitoria del momento político que vivimos y, a la vez, causa y consecuencia de la tirantez en las relaciones entre los partidos. Éstos, en la Transición, hicieron labor de ahormar y encauzar a la ciudadanía en su expresión política; una actividad que –aunque a mí no me guste especialmente- resulta muy acorde con las funciones que les atribuye el artículo 6º de la Constitución: “concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular”. Así, el Partido Comunista llevó a los más extremados de entre la izquierda al redil del respeto a la bandera, la monarquía parlamentaria y la democracia burguesa, mientras Alianza Popular controló a los sectores ultras de la derecha. En este momento parece que ocurre al revés, y que todos se están dejando arrastrar por los halcones de uno y otro signo.
Ahora que al gobierno socialista le ha dado por resucitar la Guerra Civil y sus circunstancias, con el acompañamiento musical de que se trata de recuperar la memoria histórica, reivindicar los valores republicanos y rescatar del olvido a las víctimas (sólo a unas), cualquier objeción en torno a la conveniencia u oportunidad de la campaña (en el fondo, que ya está bien) es neutralizada rápidamente con una mirada de reojo, en funciones de antídoto, displicente y acusadora: “o sea que tú eres facha ¿no?”. Esta merienda de negros le sirve al PSOE para maniatar al PP tildándolo de heredero del franquismo mientras ellos se sitúan en el lado correcto, en el bando de los buenos.
En realidad, en vida de Franco se habló de la Guerra constantemente aunque entonces, claro está, desde otra óptica. Los primeros años de la Transición trajeron la polémica, la confrontación de opiniones, y sacaron a la luz a los partidarios de la República. Luego, las aguas volvieron a su cauce y se serenaron: cuarenta años después, parecía que los muertos estaban definitivamente bien enterrados, descansando en paz. En coherencia con la actual puesta en cuestión de todo lo que la Transición fue y representó, se vuelve a agitar los podridos espantajos, a desenterrar los cadáveres. Igual que entonces. Que sean otros los fantasmas que se airean es lo de menos, todos huelen igual de mal. (Con perdón para los fallecidos y sus familiares). ¿A alguien puede extrañar que haya muchos a los que nos parezca rancio, hediondo, descompuesto?
Esta movida es de ida y vuelta. ¿Para qué acordarnos de Badajoz o Paracuellos? ¿No son más los perjuicios y perjudicados que beneficios y beneficiados? ¿Cómo se pretende convencer sobre una determinada visión de la Historia cuando no se ponen de acuerdo en el diagnóstico del momento en que vivimos? Encima, son precisamente las posturas actuales –situadas una frente a otra- las que determinan y condicionan los dos posicionamientos sobre el pasado. Unos claramente conculcadores de la legalidad republicana y los otros, supuestamente, en el revisionismo histórico, también golpistas, en prueba de lo cual se aduce la Revolución de Asturias y la proclamación del Estado Catalán, ambos en octubre del 34.
¿A qué viene resucitar el uso de facha y rojo como dardos y recuperar viejas invectivas? Pues de eso le preguntaba, entre sorprendido y quejoso, Gabilondo a Víctor Manuel, en una entrevista reciente. La campaña electoral se ha basado en agitar en la prensa espectros catastróficos, cada uno los suyos. Decía Cebrián, en un artículo de opinión, que el régimen político español sería, más que una democracia, una mediocracia, por tratarse de la tiranía de los medios de comunicación y del gobierno de los mediocres. Esa reflexión –que según confesó era de Felipe González- la completaba con una idea personal: la miedocracia, o sea pedir el voto sin ilusionar al electorado, tratando de inocularle el miedo al enemigo, de que se contagie del miedo ambiente.
Unos y otros debían ser más radicales, pero no a la manera en que se entiende de forma habitual y peyorativa (irresponsables) sino como lo formulara en su día Alfonso Guerra, en el sentido literal y semántico: ir a la raíz de los problemas para poderlos resolver. No hay un partido bueno. A veces, media parte y, en general, ni siquiera llega a los 45 minutos, con veinte vas que chutas.

sábado, 22 de marzo de 2008

Memoria histérica


Ya ven, resulta que tenemos un Presidente patanegra, y no porque la tenga mala (del lado oscuro), ni tampoco porque no pare de meterla en trampas, agujeros, charcos y jardines de donde resulta difícil extraerla luego, sino por su abuelo, el que le mataron en Guerra. Por eso, después de arrojar la primera piedra, anima a los suyos a que le imiten; pero, ¿está seguro de que sus huestes se encuentren en condiciones equiparables de lapidar? Al contrario que muchos jerifaltes socialistas y gentes de todas las tonalidades del rojo (no digamos los otros), ZP sí tiene y acredita inmaculados antecedentes y exhibe musculoso pedigrí. Pos güeno, mejor para él. Será por eso que la ha cogido llorona con la Memoria Histórica.
De todas formas, no se entiende muy bien ese empeño de enmendar la plana a la Transición, salvo que Zapatero quiera colgarse medallas a costa de quitárselas a otros, incluido Felipe González. La Ley de la Memoria Histórica va dirigida, en fin, a desmemoriados y veinteañeros, que ignoran la operación de catarsis que llevaba incorporada la Transición. ¿En qué país “normal” la historia la escribe el Parlamento en lugar de los historiadores? Prácticamente todas las medidas reparadoras de la Ley estaban ya adoptadas a través de disposiciones que derogaban situaciones de injusticia, declaraban nulas sanciones y procedimientos represivos y restauraban patrimonios como el sindical (ésta llevada a cabo por el PSOE a favor de la UGT y en detrimento de la CNT) y, en su mayor parte, fueron acometidas por la UCD. Se pretende rederogar normativa expresamente derogada; lo que convierte a la Ley en algo gratuito e inútil. Olvidadizos son los que no recuerdan a La Pasionaria –a la sazón, símbolo vivo de la España de las dos Españas- presidiendo, como integrante de la Mesa de Edad, una sesión constitutiva del Congreso de los Diputados, o los que ocultan el hecho insoslayable de que al PCE lo legalizó un gobierno de derechas. Después, El Partido se bastó a sí mismo para estamparse, para causar su propia su debacle.
El tupido velo que –supuestamente- se corrió sobre aquel capítulo de nuestra historia no fue el del olvido sino tal vez el de la vergüenza, quizás el sentimiento colectivo de oprobio, y seguro el deseo de reconciliación, basado, mucho más de lo que ahora se quiere admitir, en familias con diversa filiación política, en militantes de izquierda cuyos padres hicieron la guerra en el otro bando, en matrimonios de procedencia dispar, y sobre todo, en el hecho de que se dejara de mirar el origen, el ADN de la década de los treinta. ¡A ver si ahora va a resultar que para emitir el voto vamos a tener que estudiar las ramas que le salieron a nuestro árbol genealógico hace setenta años! En la Guerra ya hubo familias que dispararon desde trincheras opuestas (ahí está el caso significativo de Durruti) y a menudo la contienda se convirtió en un lodazal para dirimir conflictos y liquidar deudas de dudosa índole. El Presidente Patanegra no acaba de dar con la fórmula para aliar civilizaciones, pero no para de soliviantar pueblos y, por el camino que va, empezará a enfrentar familias (por lo dicho; no por nada relacionado con los homosexuales). No se puede saber si su actuación y su discurso no están alimentando el revisionismo histórico y sacando a relucir de rebote los fusilamientos, la represión, las sacas, los paseos, las checas, incluso las razzias en un mismo bando. Unos y otros se retrotraen a la inocencia de la época: Stalin y Hitler ya estaban en danza pero aún no se sabía de su capacidad sanguinaria. Ni los fascismos habían alcanzado su apogeo ni se había levantado el muro, ni el de Pink Floyd ni el otro. Ahora, a cojón visto, todos, unos y otros, saben seguro que es macho.
No hace tanto, en la última etapa del reinado papal de Wojtyla, muchos poníamos en cuestión, precisamente por las mismas razones, la beatificación de los curas asesinados en la contienda por el mero hecho de serlo (curas). Estamos en las mismas o parecidas.
Documental en Canal 33: «Como era católico, me alisté para defender la religión» [¿a tiros?] (falangista de primera hora). «Decías: “esto queda requisado y punto”. No sabe usted la autoridad que da un fusil» [no sería autoridad moral, claro] (militante del POUM). Aunque también habría de los otros –y quiere uno creer que serían la mayoría-, oyendo cosas así no puedes dejar de sentir escalofríos, de pensar en fascistas violadores, salvajes y vengativos, arrebatados por la histeria colectiva de la Nueva Cruzada y en chusma revolucionaria y oligofrénica, ebria de sangre y fuego; en definitiva, en turbas descerebradas ahítas de odio generando muerte, tragedia y destrucción. O sea, nuestros abuelos.
Si lo de la memoria histórica no es contra nadie, si no lleva una carga de revancha, de rencor, activada en su interior, si no se utiliza como arma arrojadiza, entonces es un brindis al sol, y si es contra alguien, habrá que andarse con ojo porque es un arma de doble filo. Por ejemplo, lo de Andreu Nin.
Eso de presumir de rancio abolengo, como de tener los ocho apellidos de izquierdas, igual que la prueba de sangre, es de mala educación (sobre todo, cuando todos los que le rodean no pueden hacer lo propio) y de una vulgaridad obscena. Será patanegra pero abrir esa Caja de Pandora no creo que sea cosa de talante y, desde luego, nada de buen rollito. Está bien hacer un ejercicio de retrospección, sin nostalgia y con sentido del humor, pero me da que, para ese viaje, mejor no llevar alforjas; es preferible tener memoria de pez. Moraleja: Vale más un lápiz intemporal que una memoria histórica o, como dicen Les Luthiers, “tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria”.

jueves, 20 de marzo de 2008

¡Cómo venía la prensa!

“Atízale en la ceja.” Como siempre que se pierde, el que debe dimitir es el entrenador. Sobre todo, cuando el error de cálculo, la elección de una táctica equivocada, ha sido tan determinante. Y eso que –aunque a lo mejor el otro tampoco estaba contra las cuerdas- Kid Pepero lo tenía todo a su favor para ganar. Yo no sé si debía haberle castigado el hígado o si el oponente era de mandíbula de cristal, pero la ceja no, desde luego que la zeja no. Además, ha trabajado tanto el flanco derecho que ha desatendido totalmente el centro. El centro para Federico ni siquiera existe.
Jiménez Losantos, su mentor, el ideólogo de salón, el hierofante, su consejero áulico, montaba en cólera cuando no le hacía caso, clamaba al cielo lanzando toda suerte de denuestos, exabruptos e imprecaciones, mientras la izquierda, poniendo cara de beatífica incomprensión y sin elevar el tono, se rasgaba las vestiduras ante lo crispado de la actitud. ¿Pues no ha tenido la desfachatez el tío de afirmar que la mayoría del partido le apoyaba (en su pleito con Gallardón)?
Tengo para mí que la niña, la famosa niña de Rajoy, tenía por nombre Mari Complejines. Así, sin unir a la primera parte del nombre compuesto la sílaba inicial del segundo. No se trataba de Maricom Plexines como pretendía algún julandrón. De malintencionados está llena la séptima Caldera (Jesús, ¡qué cruz!) de la segunda galería a la izquierda, del tercer sótano del infierno. Ya se lo dirán a ellos, ya. Tendrán su merecido; la pena acorde al delito, según la doctrina de La Divina Comedia.
En el otro rincón, el protoentrenador avant la lettre (y póstumo) y tocayo suyo (también José Luis de nombre) era Aranguren. Quien fuese catedrático de ética publicó en 1975 Talante, juventud y moral y, en 1985, El buen talante. Savater, además, le atribuía la palabreja (Un profesor diferente, El País, 18-4-96). O sea que podría decirse que él fue el padre de la criatura, el autor de la idea. Gustavo Bueno, inconmoviblemente cáustico y tan políticamente incorrecto como para hablar regular tirando a mal de un muerto reciente, escribía lo siguiente de él (¿Quién fue Aranguren?, El Mundo, 21-4-96) con ocasión de su óbito: “(...) socialdemócratas cristianos, algunos vergonzantes, ex-monjas y ex-jesuitas, que vienen pretendiendo ofrecer como símbolo de la democracia ética a la figura de Aranguren. (...) Sin embargo el reconocimiento de sus virtudes públicas no fue bastante para hacerme rectificar mi juicio sobre la mediocridad de sus dotes intelectuales. (...) Aranguren ha fallecido en fechas que coinciden simbólicamente con el final socialdemócrata de la monarquía consensuada, la etapa que escogió a Aranguren como emblema de la sabiduría, de la ética y del heroísmo, definiendo así su propio nivel de sabiduría, de ética y de heroísmo.”
Por mí parte, citaré esa pieza acabada de la filosofía que constituye la afirmación de Aranguren: “Desmoralizar es lo contrario de moralizar”. Robert Graves apuntaba (Yo, Claudio): “Me pregunté cuánto tiempo duraría este talante y durante cuánto tiempo cumpliría la promesa que había hecho al Senado –en la ocasión en que éste le votó el poder imperial- de compartir sus poderes con él y de ser su fiel servidor.” Felipe debía ser del gimnasio de los Hermanos Álvarez Quintero: “Cin acritú” (y sin zetas, al menos de las programáticas, porque sólo contando González y Arfonzo salen un puñao).
En fin, hablan ya del 2012 pero, según sus agoreras predicciones, ¿llegará España a la próxima cita electoral general? ¡Cuan largo me lo fían! Fíjense en la imagen del anuncio de un libro publicado por Jiménez Losantos en 1979. O sea que ya lleva tiempo con su pesimismo territorial y existencial, el hombre. Fue el primer libro del Ajoblanco. Era ésta una revista ácrata pero no, como el Star, en plan pasota, sino una cosa más seria. Para sesuda, El Viejo Topo; en cuya nómina de redactores y colaboradores figuraba Gabriel Albiac (filósofo que ha pasado por Diario 16, El País, El Mundo, La Razón, La Cope y Libertad Digital), Luis Racionero, Fernando Savater, Fernando Claudín, Gil Calvo, Juan Goytisolo, Román Gubern, Haro Ibars, Josep V. Marqués, Muñoz Suay, Ludolfio Paramio, Peri Rosi, Javier Reverte y Jorge Semprún. Karmele Marchante era la directora periodista del Star y también tenía a su cargo (ver imagen) la sección Abajo la Faloacracia del Ajoblanco. Además de Karmele, estaba en la redacción Moncho Alpuente. Entonces era cuando el feminismo se oponía a las violaciones ¡y a la pornografía!
A ver si al final Karmele va a ser periodista de verdad...

Erecciones Generales






En aquel ejemplar del Star de allá abajo, de 1976, se decía “Voto a los 18 años... ¿pero qué se piensan esos tíos, que si a mí me dejaran votar lo haría?”. Pero, ojo, no nos confundamos, la revista no era todo lo neutral o indiferente que podría pensarse. El mismo número 26 incluía esta “Nota a los lectores en general: (...) si nosotros nos quedamos en casa, y los únicos que van a votar son los fachas y –¡Vishnú no lo quiera!– sale el Fraga... tíos, lo que está claro es que se acabó el Star. (...) Luego, si nos cierran, que no se diga que nosotros no os hemos advertido. Y que tampoco os tengáis que preguntar si no ha sido por vuestro “paso de política, tíos”.” Ante todo, mucho pragmatismo. Tíos.
Tres años más tarde, Juan Bufill escribía sobre uno de los “realizadores que se expresan habitualmente en formato súper 8”: “Pedro Almodóvar tendrá ya listo su primer largometraje con destino a las salas de estreno. Su título: “Erecciones generales” (erecciones con “r”). Será parodia desmadrada con ambiente punk. En el film participan Alaska y los Pegamoides. El argumento incluye un policía violador, una virgencita (al empezar la película) dedicada al cultivo de la maría, y bastantes enredos y guarradas, como es habitual en los films de Pedrito. Seguiremos informando.” Se trataba, claro está, de Pepi, Luci y Bom y otras chicas del montón. Mucho más tarde, en Volver, Almodóvar volvió a abordar la “violencia de género” (con perdón) desde una óptica radicalmente distinta. Al contrario que para muchos –cinéfilos en general y críticos en particular-, Almodóvar siempre ha sido santo de mi devoción, pero hay que reconocer que desde que se ha vuelto intelectual orgánico oscarizado ha cambiado que no veas. Lógico que haya perdido parte de la frescura inicial, aquel candor de sus inicios under; ahora bien, la diferencia entre el tratamiento que hace de un mismo tema en una y otra peli es bestial. En la primera, una sufrida esposa, aporreada por su marido, acaba en el hospital con pasión masoca, pillándole el gustirrinín a las palizas recibidas. La última es una denuncia actualizada y al uso (aunque con su estética, como el patio de mi casa, muy particular) de la cuestión.

El extra del mes de diciembre del 79 informaba sobre “El Pleno del Porro”, donde los del PSOE defendían la legalización del cannabis y los de UCD se oponían. ¿Alguien ha olvidado que Tierno fue el Alcalde de la movida? “A colocarse y al loro”.
En estas elecciones del 2008, Almodóvar era uno de los de la ceja. Saco de mi diccionario de palabros (perdón por la autocita, no es la única): “Unicejilar (organismo ~): Aquél que, en su simplicidad orgánica, funcional e intelectual, está integrado por una sola célula, alargada, negra y peluda, que, de haber habido, se hubiera situado sobre los ojos”. También Serrat era de la cofradía. Cuando fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid declaró que «la lengua en la que más a gusto me expreso es aquella en la que me prohíben hablar.» ¿Qué opinión le merecerán las medidas coercitivas de la Generalitat para obligar a poner en catalán los carteles de los comercios?

Conste que defiendo el derecho a la evolución ideológica, a la propia contradicción y a discrepar de uno mismo. Suponiendo que se trate de alguno de esos casos.

martes, 18 de marzo de 2008

Vanaglorias

Cuando oí a Zapatero repetir (lo había afirmado antes, en el segundo debate) que su partido era el eje de la democracia en España, no pude evitar un emocionado recuerdo para las palabras de quien fuera su antecesor en el cargo, Felipe González, cuando en plena campaña electoral le afeó a Rajoy una auto-loa; censurable conducta en la que había incurrido al compararse con ZP. Eso no se hace, no se puede ir presumiendo de ese modo “aunque sea verdad” (joder, Felipe tira con bala dirigida a su compi), dijo, porque es algo estúpido y vanidoso, insinuó. Luego se retractó de haber llamado imbécil a Rajoy y explicó que eso de alabarse a uno mismo, lo del panegírico reflexivo (o sea propio) era algo pueril. Entre claveles y rosas, su majestad escoja.
Lo que no sé es si, esta vez, la imbecilidad o puerilidad le cuadraría a ZP o al partido, ya que, al contrario que Mariano, José Luis se pavoneó a título colectivo y no individual.
Y además, recogiendo el guante con que carga la apostilla, hay que decir que no, que ni siquiera es verdad, que realmente el PSOE en 1982 se convirtió en prueba pasiva de convalidación democrática al ganar las elecciones, en marchamo de autenticidad, en test de validez de la Transición. Pero la baliza que supusieron esas elecciones es mérito de los votantes (los famosos 10 millones) mientras que en el haber del partido figura el desprestigio posterior: el felipismo. Ese sí es de su exclusiva competencia. Mal que les pese a los nuevos revisionistas, fue UCD el verdadero artífice, con el concurso del PSOE, desde luego, y también del PCE entre otros, de aquel proceso histórico.
La alternancia es norma básica de la democracia ¿burguesa? y en algún momento le tocará gobernar al PP. No creo que haya absolutamente nada de cierto cuando algunos acusan al PSOE de preferir el modelo mejicano ya superado, el del PRI. No hay subconsciente traidor y nada más que inocente engreimiento.

Andreu Nin, descanse en paz

Pertenezco a una generación criada en el franquismo sociológico pero estimulada a indagar en las cuestiones yendo más allá de la versión oficial. Es verdad que aquello de Bermejo (“primero luchamos contra los padres y ahora contra los hijos”) fue una majadería, una fantasmada, pero tampoco la cosa es tan sencilla como la ve César Vidal (que el padre de Bermejo fue Jefe Local del Movimiento y con eso está todo dicho) porque, que yo sepa, la ideología no se hereda ni forma parte del patrimonio familiar. A pesar de que en la concepción judeocristiana de la culpa haya algo de fatalismo, no hay pecado original que no se pueda lavar bautizándose a base de estudiar y leer. Tal vez sea aquella construcción perifrástica que se usaba a la sazón: lo de tomar conciencia. Pero de eso hablaré en otro momento.
Pues en las lecturas de inspiración libertaria de esa época, en la que se practicó un ejercicio de memoria histórica mucho más profundo y honesto, Andreu Nin aparecía como una especie de gran esperanza blanca del marxismo, por mucho que fuera retroactiva y frustrada. Por entonces, la información llegaba nítida; no eran los recientes ecos apagados, pero, en contrapartida, la realidad empezaba a desnudar los mitos. El régimen soviético ya no representaba modelo de nada. Estaba, desde hacía muchas décadas, con los pies hundidos en un lodazal gris, encenagado de burocracia y guerra fría. El bloque del Este quedaba tapado por el muro de cemento que lo encerraba en un recinto frío de cementerio o manicomio. La socialdemocracia, desde siempre, careció de la épica de los movimientos revolucionarios. El estancamiento del eurocomunismo de Berlinguer, Marchais y Carrillo y el experimento truncado de Chile, devolvieron protagonismo a la guerrilla, en Angola y, sobre todo, en la Nicaragua Sandinista. Ondeaba la bandera rojinegra, y no la de Falange precisamente, y otra vez, como en Vietnam, eran expulsados los imperialistas americanos y derrotados sus amigos opresores. Tras el desprestigio del maoísmo con la Revolución Cultural, el icono del Che recuperó el valor taumatúrgico del símbolo, y bajó de los altares de la Cuba castrista y de las paredes de muchas habitaciones en donde seguían colgados sus pósteres, para volver a empuñar las armas contra el fascismo.
En ese nuevo contexto, Durruti o Nin eran los mártires propios, los que venían ligados para siempre a nuestra historia y nuestros ancestros, los héroes eternos e insobornables cuyas muertes, envueltas en un halo de misterio, no hacían sino acrecentar la leyenda de sus vidas. Los trotskistas parecían constituir la única corriente capaz de dar rostro humano al sueño socialista. Nuestra simpatía hacia ellos hoy, con perspectiva histórica, viene de su condición de disidentes y víctimas de la represión tiránica de la URSS.
Más allá de la controversia sobre la participación de Nin en eso que se dio en llamar la Quinta Columna, la rivalidad con otros partidos de filiación marxista (significadamente el PSUC) y en la connivencia de la CNT para ser expulsado del Consell de la Generalitat en diciembre del 36, la toma del edificio de la Telefónica de Barcelona, en mayo de 1937, por parte del POUM y los anarquistas, marcó un hito en la inacabada dialéctica: Guerra o Revolución. La tortura y asesinato de Nin a manos de agentes estalinistas forjaron definitivamente el mito.
Por todo eso, se entiende menos la reacción general de indiferencia cuando aparece la que podría ser la fosa en la que yacen sus huesos. ¿No se merece, según la terminología acuñada por la doctrina de la Memoria Histórica, que sus restos sean honrados y depositados en una tumba con su nombre? Puede que nunca sepamos si eran de él o no, pero es como si hubieran pensado que "vaya muerto que nos ha caído".
Será la astenia pre-primaveral o el Matrix progre, que dice Juan Manuel de Prada.

lunes, 17 de marzo de 2008

Para empezar...

...una declaración de principios, o mejor dicho, de intenciones: la contenida en la portada de la revista Star, la que fue mi publicación de cabecera durante años.
Para continuar, una aclaración:
Defínese METEMPSICÓTICO -etimológicamente- como demente, enajenado a causa de meterse a averiguar lo de la transmigración de las almas; loco de reencarnar. Afirmaba Aristóteles que es sano tener un gramo de locura, pero ¿quién pesa la locura?
Defino VEODOS -caprichosamente- como la situación de embriaguez descrita por un par de borrachines, quienes, cada uno por su lado, manifiestan ver doble. Sin embargo, quisiera que aquí fuese un punto de vista que supere la óptica habitual, estereotipada y miope, que suponga echar una mirada mordaz (o si puede ser, un par) sobre lo que ocurre por ahí. Ya veremos.