martes, 18 de marzo de 2008

Vanaglorias

Cuando oí a Zapatero repetir (lo había afirmado antes, en el segundo debate) que su partido era el eje de la democracia en España, no pude evitar un emocionado recuerdo para las palabras de quien fuera su antecesor en el cargo, Felipe González, cuando en plena campaña electoral le afeó a Rajoy una auto-loa; censurable conducta en la que había incurrido al compararse con ZP. Eso no se hace, no se puede ir presumiendo de ese modo “aunque sea verdad” (joder, Felipe tira con bala dirigida a su compi), dijo, porque es algo estúpido y vanidoso, insinuó. Luego se retractó de haber llamado imbécil a Rajoy y explicó que eso de alabarse a uno mismo, lo del panegírico reflexivo (o sea propio) era algo pueril. Entre claveles y rosas, su majestad escoja.
Lo que no sé es si, esta vez, la imbecilidad o puerilidad le cuadraría a ZP o al partido, ya que, al contrario que Mariano, José Luis se pavoneó a título colectivo y no individual.
Y además, recogiendo el guante con que carga la apostilla, hay que decir que no, que ni siquiera es verdad, que realmente el PSOE en 1982 se convirtió en prueba pasiva de convalidación democrática al ganar las elecciones, en marchamo de autenticidad, en test de validez de la Transición. Pero la baliza que supusieron esas elecciones es mérito de los votantes (los famosos 10 millones) mientras que en el haber del partido figura el desprestigio posterior: el felipismo. Ese sí es de su exclusiva competencia. Mal que les pese a los nuevos revisionistas, fue UCD el verdadero artífice, con el concurso del PSOE, desde luego, y también del PCE entre otros, de aquel proceso histórico.
La alternancia es norma básica de la democracia ¿burguesa? y en algún momento le tocará gobernar al PP. No creo que haya absolutamente nada de cierto cuando algunos acusan al PSOE de preferir el modelo mejicano ya superado, el del PRI. No hay subconsciente traidor y nada más que inocente engreimiento.

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