“Atízale en la ceja.” Como siempre que se pierde, el que debe dimitir es el entrenador. Sobre todo, cuando el error de cálculo, la elección de una táctica equivocada, ha sido tan determinante. Y eso que –aunque a lo mejor el otro tampoco estaba contra las cuerdas- Kid Pepero lo tenía todo a su favor para ganar. Yo no sé si debía haberle castigado el hígado o si el oponente era de mandíbula de cristal, pero la ceja no, desde luego que la zeja no. Además, ha trabajado tanto el flanco derecho que ha desatendido totalmente el centro. El centro para Federico ni siquiera existe.
Jiménez Losantos, su mentor, el ideólogo de salón, el hierofante, su consejero áulico, montaba en cólera cuando no le hacía caso, clamaba al cielo lanzando toda suerte de denuestos, exabruptos e imprecaciones, mientras la izquierda, poniendo cara de beatífica incomprensión y sin elevar el tono, se rasgaba las vestiduras ante lo crispado de la actitud. ¿Pues no ha tenido la desfachatez el tío de afirmar que la mayoría del partido le apoyaba (en su pleito con Gallardón)?
Tengo para mí que la niña, la famosa niña de Rajoy, tenía por nombre Mari Complejines. Así, sin unir a la primera parte del nombre compuesto la sílaba inicial del segundo. No se trataba de Maricom Plexines como pretendía algún julandrón. De malintencionados está llena la séptima Caldera (Jesús, ¡qué cruz!) de la segunda galería a la izquierda, del tercer sótano del infierno. Ya se lo dirán a ellos, ya. Tendrán su merecido; la pena acorde al delito, según la doctrina de La Divina Comedia.
En el otro rincón, el protoentrenador avant la lettre (y póstumo) y tocayo suyo (también José Luis de nombre) era Aranguren. Quien fuese catedrático de ética publicó en 1975 Talante, juventud y moral y, en 1985, El buen talante. Savater, además, le atribuía la palabreja (Un profesor diferente, El País, 18-4-96). O sea que podría decirse que él fue el padre de la criatura, el autor de la idea. Gustavo Bueno, inconmoviblemente cáustico y tan políticamente incorrecto como para hablar regular tirando a mal de un muerto reciente, escribía lo siguiente de él (¿Quién fue Aranguren?, El Mundo, 21-4-96) con ocasión de su óbito: “(...) socialdemócratas cristianos, algunos vergonzantes, ex-monjas y ex-jesuitas, que vienen pretendiendo ofrecer como símbolo de la democracia ética a la figura de Aranguren. (...) Sin embargo el reconocimiento de sus virtudes públicas no fue bastante para hacerme rectificar mi juicio sobre la mediocridad de sus dotes intelectuales. (...) Aranguren ha fallecido en fechas que coinciden simbólicamente con el final socialdemócrata de la monarquía consensuada, la etapa que escogió a Aranguren como emblema de la sabiduría, de la ética y del heroísmo, definiendo así su propio nivel de sabiduría, de ética y de heroísmo.”
Jiménez Losantos, su mentor, el ideólogo de salón, el hierofante, su consejero áulico, montaba en cólera cuando no le hacía caso, clamaba al cielo lanzando toda suerte de denuestos, exabruptos e imprecaciones, mientras la izquierda, poniendo cara de beatífica incomprensión y sin elevar el tono, se rasgaba las vestiduras ante lo crispado de la actitud. ¿Pues no ha tenido la desfachatez el tío de afirmar que la mayoría del partido le apoyaba (en su pleito con Gallardón)?
Tengo para mí que la niña, la famosa niña de Rajoy, tenía por nombre Mari Complejines. Así, sin unir a la primera parte del nombre compuesto la sílaba inicial del segundo. No se trataba de Maricom Plexines como pretendía algún julandrón. De malintencionados está llena la séptima Caldera (Jesús, ¡qué cruz!) de la segunda galería a la izquierda, del tercer sótano del infierno. Ya se lo dirán a ellos, ya. Tendrán su merecido; la pena acorde al delito, según la doctrina de La Divina Comedia.
En el otro rincón, el protoentrenador avant la lettre (y póstumo) y tocayo suyo (también José Luis de nombre) era Aranguren. Quien fuese catedrático de ética publicó en 1975 Talante, juventud y moral y, en 1985, El buen talante. Savater, además, le atribuía la palabreja (Un profesor diferente, El País, 18-4-96). O sea que podría decirse que él fue el padre de la criatura, el autor de la idea. Gustavo Bueno, inconmoviblemente cáustico y tan políticamente incorrecto como para hablar regular tirando a mal de un muerto reciente, escribía lo siguiente de él (¿Quién fue Aranguren?, El Mundo, 21-4-96) con ocasión de su óbito: “(...) socialdemócratas cristianos, algunos vergonzantes, ex-monjas y ex-jesuitas, que vienen pretendiendo ofrecer como símbolo de la democracia ética a la figura de Aranguren. (...) Sin embargo el reconocimiento de sus virtudes públicas no fue bastante para hacerme rectificar mi juicio sobre la mediocridad de sus dotes intelectuales. (...) Aranguren ha fallecido en fechas que coinciden simbólicamente con el final socialdemócrata de la monarquía consensuada, la etapa que escogió a Aranguren como emblema de la sabiduría, de la ética y del heroísmo, definiendo así su propio nivel de sabiduría, de ética y de heroísmo.”
Por mí parte, citaré esa pieza acabada de la filosofía que constituye la afirmación de Aranguren: “Desmoralizar es lo contrario de moralizar”. Robert Graves apuntaba (Yo, Claudio): “Me pregunté cuánto tiempo duraría este talante y durante cuánto tiempo cumpliría la promesa que había hecho al Senado –en la ocasión en que éste le votó el poder imperial- de compartir sus poderes con él y de ser su fiel servidor.” Felipe debía ser del gimnasio de los Hermanos Álvarez Quintero: “Cin acritú” (y sin zetas, al menos de las programáticas, porque sólo contando González y Arfonzo salen un puñao).
En fin, hablan ya del 2012 pero, según sus agoreras predicciones, ¿llegará España a la próxima cita electoral general? ¡Cuan largo me lo fían! Fíjense en la imagen del anuncio de un libro publicado por Jiménez Losantos en 1979. O sea que ya lleva tiempo con su pesimismo territorial y existencial, el hombre. Fue el primer libro del Ajoblanco. Era ésta una revista ácrata pero no, como el Star, en plan pasota, sino una cosa más seria. Para sesuda, El Viejo Topo; en cuya nómina de redactores y colaboradores figuraba Gabriel Albiac (filósofo que ha pasado por Diario 16, El País, El Mundo, La Razón, La Cope y Libertad Digital), Luis Racionero, Fernando Savater, Fernando Claudín, Gil Calvo, Juan Goytisolo, Román Gubern, Haro Ibars, Josep V. Marqués, Muñoz Suay, Ludolfio Paramio, Peri Rosi, Javier Reverte y Jorge Semprún. Karmele Marchante era la directora periodista del Star y también tenía a su cargo (ver imagen) la sección Abajo la Faloacracia del Ajoblanco. Además de Karmele, estaba en la redacción Moncho Alpuente. Entonces era cuando el feminismo se oponía a las violaciones ¡y a la pornografía!
A ver si al final Karmele va a ser periodista de verdad...
En fin, hablan ya del 2012 pero, según sus agoreras predicciones, ¿llegará España a la próxima cita electoral general? ¡Cuan largo me lo fían! Fíjense en la imagen del anuncio de un libro publicado por Jiménez Losantos en 1979. O sea que ya lleva tiempo con su pesimismo territorial y existencial, el hombre. Fue el primer libro del Ajoblanco. Era ésta una revista ácrata pero no, como el Star, en plan pasota, sino una cosa más seria. Para sesuda, El Viejo Topo; en cuya nómina de redactores y colaboradores figuraba Gabriel Albiac (filósofo que ha pasado por Diario 16, El País, El Mundo, La Razón, La Cope y Libertad Digital), Luis Racionero, Fernando Savater, Fernando Claudín, Gil Calvo, Juan Goytisolo, Román Gubern, Haro Ibars, Josep V. Marqués, Muñoz Suay, Ludolfio Paramio, Peri Rosi, Javier Reverte y Jorge Semprún. Karmele Marchante era la directora periodista del Star y también tenía a su cargo (ver imagen) la sección Abajo la Faloacracia del Ajoblanco. Además de Karmele, estaba en la redacción Moncho Alpuente. Entonces era cuando el feminismo se oponía a las violaciones ¡y a la pornografía!
A ver si al final Karmele va a ser periodista de verdad...
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