El
nacionalismo –si se me permite y si no también- español (que no españolista) busca la
notoriedad de las grandes citas para hacerse notar, para dar la nota. Ahí, en las rampas de las
etapas de montaña del Tour, están las ikurriñas y las consignas en el asfalto a
favor de ETA; en el Camp Nou, cuando juega el Madrid, se exhiben pancartas con el
lema “Catalonia is not Spain”, para que se enteren esos chulos. Un profesional
de las performances exhibicionistas-reivindicativas, Jimmy Jump, aparece en una
selección que hace el diario británico The Sun
de las interrupciones en el escenario más chocantes y estúpidas: la de la gala
eurovisiva de 2010.
¡Mira que no reconocerlo! ¡Mira que no reconocer tampoco la barretina, símbolo donde los haya de la identidad catalana, y
calificarla de “gracioso gorro”! Claro, que se trataba de un tabloide; si
hubiera sido el Financial Times, que no son unos ignorantes como esos,
seguro que no hubieran tenido semejante fallo.
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