Como ocurre con casi todas las manifestaciones, asistimos a un baile de cifras sobre los asistentes
a la de ayer. Se ve que, en estas cosas, el tamaño sí que importa. Ahí aparece
la papeleta que se usó en el referéndum del Anschluss celebrado el 10 de
abril de 1938, conjuntamente
con unas Elecciones al Reichstag de Alemania. «Estás de acuerdo con la reunificación de Austria con el Imperio
Alemán efectuada el 13 de marzo de 1938 y votas en favor de la lista de
nuestro Führer Adolf Hitler?» ¿Alguien dudaba del carácter democrático de
los plebiscitos? ¡Vaya papeleta! El «sí», en medio, de mayor tamaño, eclipsa al
«no», condenado a un rincón…
Los
del procés abandonaron el planteamiento de que su plan era perfectamente legal,
más incluso que la postura contraria,
y han pasado a enarbolar la prevalencia de la supuesta voluntad popular sobre
la ley misma. Ignorando los requisitos más elementales del Estado de Derecho,
el sometimiento de los poderes públicos a la ley y a los tribunales de justicia,
y yendo un paso más allá en su camino totalitario, Puigdemont, hace dos días,
afirmó que ningún juez lo puede inhabilitar. Únicamente se sometería a las decisiones del Parlament, una institución que ha perdido las
formas silenciando a la oposición, lo que provocó la airada protesta del portavoz
de Catalunya Sí que es Pot, Joan Coscubiela. Pero nada de todo ello parece importar a una población abducida que acepta de manera acrítica los mensajes que les hacen llegar, sobre todo si revisten
el simplismo de estos, reducidos al puro eslogan, a la consigna
vociferable.
Mientras
tanto, Ada Colau pasó de proclamar, el viernes, que, a la vista del informe del Secretario
Municipal, no iba a ceder los locales, a decir, el sábado, que lo sometería a
consulta de las bases, y el domingo que no los cedería pero que pondría
los medios para que la gente pudiese votar.
¡Ay
si de verdad importara el tamaño de la masa encefálica de esta cuadrilla!
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