«No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor», dijo Winston Churchill y reprodujo, recientemente, Zapatero. Felipe González, que había observado de mal humor a su sucesor y conmilitón, después de arrearle con las rectificaciones, le ofreció su apoyo. José Luis puntualizó que estaba en plena forma: «Por cierto, Felipe, de “depre” nada. Estamos con todas las fuerzas y todas las ganas». El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, dice que lo ha visto abatido aunque asegura que el presidente del Gobierno le ha manifestado su intención de salvar al país. Le ha anunciado la dureza de algunas de las medidas económicas que están por venir. Después de la rebaja de las retribuciones de los funcionarios y la congelación de pensiones, se espera el decreto de la reforma laboral para pasado mañana.
Dalí dejó dicho que el hombre (y se supone que la mujer: entonces no se llevaba eso de la corrección política) sólo era pus, semen, saliva y orina. Eso y poco más: flujo, vómitos, esputos, bilis y jugos gástricos. O sea, guarrerías.
Dalí dejó dicho que el hombre (y se supone que la mujer: entonces no se llevaba eso de la corrección política) sólo era pus, semen, saliva y orina. Eso y poco más: flujo, vómitos, esputos, bilis y jugos gástricos. O sea, guarrerías.
De momento, la solución para la crisis que nos ofrecen parece una mezcla de maldición bíblica, película gore e historia romántica. Mientras tenga final feliz...
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