sábado, 6 de febrero de 2010

Predicar y dar trigo

Zapatero ora et labora, de nuestra muerte, amén.
En el esperado Desayuno Nacional de la Oración hemos descubierto la personalidad oculta de Zapatero, su verdadera vocación. Su gesto habitual de abarcar con el ámbito de sus manos abiertas el micrófono, como el sacerdote en el ofertorio enmarcando el cáliz y el copón, cobra sentido. Por eso José Luis nos recordaba a Mr. Bean en Cuatro bodas y un funeral o en Secretos de familia. Por cierto, que Leire se ha visto obligada a seguir dando explicaciones:
—¿Ha eclipsado a Zapatero el escándalo de la Familia?
—Nada de eclipses, al contrario, se trata de la conjunción copulativa que anuncié.
—¿Copulativa?
—Sí, en la cópula celeste.
Bendito el que viene en nombre del Señor, Obama en el cielo.
En busca de precedentes para una comparecencia semejante, hubiera apostado por que los asesores de Zapatero recurrirían a Fernando Trueba cuando recogió el Oscar: «Si creyera en Dios, tendría que dar gracias a Dios, pero como no creo, doy las gracias a Billy Wilder. Él me sirvió de inspiración para confeccionar mi gabinete y prestarle su inconfundible estilo: Con faldas y a lo loco.» Sin embargo, nos ha sorprendido a todos con una vena oculta, al leer el capítulo 24 del Deuteronomio: “No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en alguna de las ciudades de tu país. Págale su jornal ese mismo día, antes que se ponga el sol, porque está necesitado, y su vida depende de su jornal.” Realmente, el pasaje está bien escogido aunque, claro, para percibir un jornal, el jornalero necesitaría un puesto de trabajo, y… en fin.
Mientras tanto, aquí nos divertíamos con el baile de las pensiones: ¡65, 67, 69, Maaaambo, Uh!

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