
Cuando se pidió reformar la Ley del Menor o debatir la cadena perpetua, el gobierno opuso la inconveniencia de legislar en caliente; sin embargo, con la Memoria Histórica, a partir del momento mismo de su preparación, no se hace otra cosa que cocerla en el horno de la emotividad. El ingrediente principal procede de la parte de las vísceras y es a eso a lo que sabe: a casquería. Cualquiera podía imaginarse que iba a calentar el ambiente y que sería un arma de doble filo, que iniciaría una espiral incontrolable de reacciones. Pero este exponente de la Nouvelle Cuisine es raro, complejo de elaborar y difícil de digerir. A pesar del sofrito de revanchismo que contiene, en virtud del cual debiera guisarse en caliente y servirse frío, es contundente y de cuchara. Recordando que la Ley de Amnistía fue un entrante cocinado a petición, sobre todo, del Partido Comunista y que Alianza Popular no lo probó (o sea, que se abstuvo), no puede uno dejar de preguntarse a qué viene ahora, después del café y los licores, este postre.
En 2007 se modificó la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional para prolongar el mandato de Mª Emilia Casas y ahora Montilla propone sustituir a todo el equipo, a los chefs y ayudantes, porque intuye que el menú que están preparando no es de su agrado. Aquí, todo bicho viviente quiere comer a la carta, y como sobre gustos no hay nada escrito, piden que les sirvan la carne cruda o muy hecha, al punto o vuelta y vuelta.
¡Marchando una de Sentencia de Estatut al cava con fondo de almíbar rojo! Oído cocina.
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