La tercera autoridad del Estado, el socialistacristiano José Bono, de los Bonus de toda la vida, no pasa por su mejor momento. Las informaciones publicadas sobre sus propiedades y las de su familia, sobre los inmuebles que posee o el piso de lujo que ha regalado a su hijo, le han puesto en entredicho. Es lo que María Dolores de Cospedal ha llamado “desajustes en su incremento patrimonial”; similares, por cierto, a los que se conocieron sobre Francisco Camps, quien recientemente declaró ser titular, tan sólo, de un coche viejo. La líder popular ha pedido explicaciones. Quiere pelos y señales.
El presidente del Congreso se considera víctima de una campaña de difamación pero no ha recurrido, por ahora, al invento de su primo, al U2, o al ventilador por elevación: “y tú más”. Se limita a insinuar que le ha salido la bonoloto, como a Fabra. La explicación no resulta tan enrevesada como aparenta ya que a él le toca más de cerca; no deja de ser como de la familia.
Estos bonos sí que son buenos y no los del autobús.
El presidente del Congreso se considera víctima de una campaña de difamación pero no ha recurrido, por ahora, al invento de su primo, al U2, o al ventilador por elevación: “y tú más”. Se limita a insinuar que le ha salido la bonoloto, como a Fabra. La explicación no resulta tan enrevesada como aparenta ya que a él le toca más de cerca; no deja de ser como de la familia.
Estos bonos sí que son buenos y no los del autobús.
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