
A lo que iba, que me enrollo y acabo perdido: el Tribunal Supremo ha anulado la posibilidad de cursar asignaturas sueltas de segundo de bachillerato, de matricularse en ese curso teniendo tres o cuatro suspensos en primero. Un fallo que es un acierto. Ahora que, por este camino, si después de cambiar los criterios académicos les da por revisar los estadísticos determinantes de que a una persona se la pueda considerar (laboralmente) activa o no, igual nos salimos en las cifras del paro. El Tipp-Ex se ha ido convirtiendo en santo y seña de nuestra existencia, en toda una metáfora vital... si la vida consintiese el autoengaño. Pero no, no consiente. Uno no puede ignorar los errores, taparlos y seguir adelante como si no se hubieran producido. Hay que aprender de ellos y rehacer el escrito. No me refiero a aquel episodio del “ácido bórico” sino a una actitud continuada de pequeña estafa, de maquillar la realidad, de hacer pasar la copia por el original y de dar gato por liebre.
Como en determinados documentos de importancia, a menudo no valen enmiendas ni tachaduras. Hay que volver a empezar.
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