viernes, 3 de febrero de 2012

Se impone el balance

Aunque haya que cambiar el foco también procede hacer balance de la etapa anterior. Zapatero no se supo rodear de gente con más talento que él –y eso que lo tenía fácil- sin embargo una cosa hay que reconocerle: ingenio. Una vez aupado a la Presidencia del Gobierno quería subir otro escalón y pasar a la historia. Para eso tenía que participar en los acontecimientos relevantes o dejar una huella indeleble. El desempeño de un papel estelar pasa por hacer cualquier cosa que no se hubiera hecho antes (idea que guió el asunto de la negociación con ETA y que explica la impresión de adanismo que causa) o hacer lo que sea mejor que nadie. Además, sus antecesores tenían un bagaje del que presumir: Adolfo Suárez fue Gobernador Civil y Director General de RTVE y Felipe González todavía estaba rodeado por la aureola mágica de su etapa de clandestinidad (Aznar no cuenta ni merece ser recordado). ¿Y él? Entonces tira de pedigrí, saca a relucir el árbol genealógico y aparece el abuelo fusilado. Lo que pasa es que eso puede poner en entredicho la perogrullada de que “algo es mejor que nada”.
Pero ¿cómo tomar parte en los dos momentos que le parecían más cruciales de nuestra historia reciente, la Guerra Civil y la Transición, si todavía no había nacido, o en el caso de la Transición era apenas un adolescente (ejem)? Pues aquí viene lo bueno y es cuando inventa el mecanismo de la Memoria Histórica, una máquina del tiempo que le permite apretar al rewind, colocarse allí donde le interesa y cobrar un protagonismo que no pudo tener por las razones obvias apuntadas.
En fin, que consiguió pasar a la historia como el peor presidente de la democracia … y más allá.

2 comentarios:

Tío Chinto de Couzadoiro dijo...

Hay que reconocer que no es pequeño logro, al alcance de muy pocos, ese de pasar a la historia como el peor Presidente de Gobierno de nuestra democracia. Se necesita todo un conjunto de cualidades de primer orden, sin las cuales resulta imposible conseguirlo; entre ellas, una estupidez innata, que lo capacita para cometer las mayores torpezas, y un orgullo sobresaliente que le impide reconocer sus errores.
Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Lo peor de todo es que ha creado escuela.

"Veodos rides again!"


Un almorsador con conosimiento.