El viernes recibí un correo con el chiste gráfico de arriba y el sábado, en El País, mi admirado Forges publicaba la viñeta que aparece en la parte inferior. Desconozco si estaba inspirada en aquella primera (nihil novum sub sole), pero en cualquier caso es revelador que los hooligans de ambos bandos tengan esa [misma] imagen del rival. Bajo la cofia, se representan a Rodríguez con sus características cejas mefistofélicas, circunflejas, y su sonrisa sin fuste, y a Aznar con las suyas pobladas e hirsutas, su mirada áspera y su gesto ceñudo, sin motivo que lo justifique.
Uno continúa, el otro se estrena en la figura servil: “a mandar, señorito Bush”. Ahora bien, cuando el diario Le Figaró descubrió el peaje prometido por la silla de la cumbre (“te daré todo lo que me pidas”) vimos que, en realidad, estaba a las ordenes de Sarkozy y no del devaluado Presidente americano. No se trataba de una carta de recomendación sino de entrar al servicio del nuevo Napoleón.
“Ningún servidor puede servir a dos señores” (Lc, 15,13) y si Zapatero se ha convertido en criada para todo, no quiero pensar lo que pasará cuando Sarkozy le pida cuentas y le haga cumplir lo prometido: “dámelo todo”.
¡Ay!, ¿cómo olvidar a Gracita Morales?: ¡Señoriitooo!
Uno continúa, el otro se estrena en la figura servil: “a mandar, señorito Bush”. Ahora bien, cuando el diario Le Figaró descubrió el peaje prometido por la silla de la cumbre (“te daré todo lo que me pidas”) vimos que, en realidad, estaba a las ordenes de Sarkozy y no del devaluado Presidente americano. No se trataba de una carta de recomendación sino de entrar al servicio del nuevo Napoleón.
“Ningún servidor puede servir a dos señores” (Lc, 15,13) y si Zapatero se ha convertido en criada para todo, no quiero pensar lo que pasará cuando Sarkozy le pida cuentas y le haga cumplir lo prometido: “dámelo todo”.
¡Ay!, ¿cómo olvidar a Gracita Morales?: ¡Señoriitooo!
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