
A los islamistas les da por que la gente se descubra los pies y las mujeres se cubran el rostro. Hay que ser contrahecho.
No conocemos las circunstancias ni quien tomó la decisión, pero después de verla salir del helicóptero aquél y comparando su cara con la de Rajoy, que era un poema, no creemos que los suyo fuera miedo. Parece aguerrida esta mujer. El trago no se lo deseo a nadie (tampoco a Pepiño) pero me da que, en su lugar, este señor –que no caballero- sí que le habría dado a los pinreles. Mientras, siempre en retaguardia, con los zapatos como espejos, se dedica a meter la pata con oportunismo rastrero. ¿Qué pretendía? ¿Qué se quedara hasta que la lapidaran al amanecer?
(Un poquito de explicación. Con pasmosa facilidad me dejo llevar por mi natural sardónico pero –por si hubiera alguna duda- quede claro que este post va de las declaraciones de Pepiño. Pediría la dispensa propia de una licencia poética, pero como son malos tiempos para la lírica que dijo Bertold Brecht y luego Golpes Bajos, cualquier cosa que se pueda considerar que alude a lo de Bombay con una mínima dosis de mofa, téngase por no dicha. Por favor.)
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