martes, 18 de noviembre de 2008

Franco, ese zombie

En una semana llevamos dos renuncias de otros tantos reyes magos, Gaspar y Baltasar. Falta Melchor.
Según el viejo aforismo jurídico, “lo que no está en los autos no está en el mundo”, así que, para que a nadie le cupiera duda, Garzón ha proclamado –como hizo Carlos Arias Navarro entre pucheros (donde, también estaba el Señor, decía Santa Teresa)- que Franco ha muerto. No diré de él lo del Cid, que gana batallas después del óbito, que no es el caso, pero es verdad que semeja un muerto andante, un zombie, un espantajo al que todavía se sigue agitando para meter miedo al personal.
Hablando de monjas carmelitas y de cosas pasadas, de asesinados cuando la guerra y fallecidos después, también Bono podía dejarse de placas y recordatorios. Y todos en paz, Sor Maravillas y los demás.
Todo indica que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional estaba a punto de declarar incompetente a Garzón cuando éste, en otro regate de fino estilista jurídico, le ha cargado el muerto a veinte juzgados provinciales. Ha coincidido el auto de marras con el recado que le ha mandado el Consejo General del Poder Judicial para que trabaje en su casa y se deje de hacer bolos, que es muy salidor y muy callejero. Es que no para.
Cuando se inició este proceso algunos medios de comunicación llegaron a asegurar que si Franco no estuviera metido en una cripta, en el Valle de los Caídos, el superjuez lo metía entre rejas, por lo menos. Parecía que hablaban en serio pero yo (que él me perdone) siempre estuve más por aquello de “a moro muerto, gran lanzada”. Y aunque se ha acreditado que muerto y bien muerto estaba, no se la ha podido propinar. Otra vez será, don Baltasar.

1 comentario:

Mike dijo...

Entonces, ya lo podemos dar por muerto de veras? No aparecerá en la proxima campaña electoral del PSOE?