
El asesinato de John nos dejó un vacío que, como dice la copla, no se ha podido llenar. Ya sé que no es lo mismo (y perdón por el triple salto mortal), pero salvando las distancias me recuerda a lo que decía Emilio Silva, Presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, quien pidió «reparar las desapariciones» ¿Cómo hacerlo si no es con apariciones? ¿Qué otra forma mejor? (si es que hay alguna más). Valga o no el juego de palabras, con “aparición” el DRAE nos remite a la visión de un ser sobrenatural o fantástico o, como sinónimo, directamente a fantasma. La única explicación sensata para la obsesión de recuperar cuerpos es de carácter religioso y viene ligada, como no podía ser de otro modo, a cuestiones de ultratumba. Sin despreciar las motivaciones laicas y hasta agnósticas (digamos que me pregunto en qué puedan consistir porque no acabo de entenderlas), creo que éstas, a falta de mejor justificación, no dejan de estar impregnadas de algún tipo de significado supersticioso.
Si Lennon –acogiéndose al tópico- levantara la cabeza, resulta difícil pronosticar las conclusiones que sacaría sobre la trayectoria que ha seguido el mundo en estos años y hasta qué punto se asemeja al que él imaginó. Para empezar, no parece que la paz haya aprovechado las oportunidades que se le han dado. No voy a hacer un repaso exhaustivo a sus ansias (aparte de que resulta raro, por ejemplo, desear que no exista paraíso: “sólo cielo sobre nosotros”), al estado de sus afanes, ni en qué han quedado sus ilusiones que –se supone- eran un poco las de todos, pero vivir el presente es hoy de lo más común y el resultado no es para echar cohetes. Donde no acertó fue en aquello de que no hubiera países: su número no ha parado de crecer y, a pesar de que las cosas no han mejorado para los pedazos resultantes, los promotores de las particiones siguen insistiendo en trocear. Será por aquello de que el que parte y reparte. Hasta a los sueños les hace falta una pasada de Photoshop.
No sabe uno qué pensar de tales reanimaciones por la mano del hombre, de la resurrección no precedente al Juicio Final. Vale que no se manipulan cuerpos ni son fruto de experimentos en clara contravención de las más elementales leyes de la naturaleza, engendros de laboratorio como el Frankestein de Mary Shelley, pero no me lo imagino en trance de bailar el Thriller de Michael Jackson aunque sea con la casaca de Sgt. Pepper's, o con la que llevaba George Harrison, que también era roja. Total, ¿para qué? Aunque, en principio, la operación retorno post navidad y post mortem, el reseteo a que lo someten, suenen monstruosos y produzcan escalofríos, todo (esto), sea por una buena causa.
1 comentario:
A ver si recuerdo donde lo oí, lo localizo y te aviso. Tienes el comentario transcrito en el blog de Victor. El enlace, en mi blog roll.
Saludos!.
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