sábado, 17 de enero de 2009

Huelga de puñetas caídas

Cuando el compañero Cayo Lara insinuó una huelga, seguro que no pensó en estos trabajadores, en los justicieros. Tras mucho debatir sobre si pueden o no, se ha concluido que si en el Derecho Anglosajón todo lo que no está expresamente permitido, está prohibido, en el Continental y más concretamente en el Hispánico, ocurre todo lo contrario. (O algo parecido.) O sea, que en España pueden ir a la huelga tan tranquilos. Cosas más raras se han visto.
No sé cuáles son sus reivindicaciones, pero si les conceden un 5% de incremento en sus retribuciones mientras el aumento se limita al 2% para el resto de los funcionarios ¿es de justicia? El vedettismo de algún magistrado de la Audiencia Nacional (no quiero señalar) no ayuda mucho al prestigio del gremio, la verdad. Por otro lado, si la huelga pilla cuando toca dictar providencias decimonónicas e inútiles, tanto da, ahora como se trate de emitir sentencias o de que vaya la Policía a poner algún delincuente a su disposición y no estén en ídem, se puede armar la de Dios o la de Barajas. De todas formas, con algunos miembros de la judicatura no se notará. No digo que nuestro sistema sea excesivamente garantista, pero tanto cuidado se pone en no ocasionar indefensión a los encausados, que todo el mundo acaba indefenso, incluso los asesinos convictos. Con eso, no les llega a los jueces y a las juezas la toga al cuerpo. Se falla tarde y mal; así que no hay justicia. Aunque parezca mentira, hay problemas que tienen solución: para prorrogar las prisiones preventivas basta un programa informático intuitivo y de manejo sencillo.
Con el fin de subrayar el absurdo y el desafuero, se ha puesto como ejemplo la posibilidad de que otro de los poderes del Estado, el Ejecutivo sin ir más lejos, se declarara también en huelga. El Gobierno en huelga, ¡ay qué risa! Y aquí ¿quién son los piquetes y los esquiroles? Porque si no, vaya porquería de movilización. Podían hacer huelga de celo, consistente en juzgar con mucha justicia y a troche y moche, o huelga a la japonesa, todo el día ahí juzgando, dale que te pego, y si se produce un error judicial, nada de expediente ni de encomendarse al CGPJ: el honor solo se lava haciéndose el harakiri. Y a otra cosa mariposa.
Adam Smith –quien, más que de inspiración liberal, fue el inspirador de algunos conceptos del liberalismo- abogaba por un Estado reducido a la mínima expresión, donde la Justicia era uno de los escasos servicios que necesariamente se había de prestar a los ciudadanos. Resulta que éste es un servicio mínimo en sí mismo.
Ahora Bermejo dirá que antes luchamos contra los padres, luego contra los hijos y ahora contra estos tíos. Justo.

4 comentarios:

Mike dijo...

No sé si me gusta más el artículo o la foto. Ambos demuestran que, esencialmente, eres malvado.

:D

metempsicótico dijo...

Estooo... básicamente sí.
Gracias Mike.

José M Magallon dijo...

Partamos del principio que las distintas asociaciones judiciales representan solo al 47% del la judicatura.
La 1ª revindicación sería impedir la cuotas políticas para su elección.
La 2ª el corporativismo.
La 3ª una verdadera policía judicial sin dependencia del Ministerio del Interior
Soy consciente de la falta de medios técnicos y humanos podría ser su 4ª revindicación.

¿Pero el salario?....¿como vamos a creer en la Justicia?

metempsicótico dijo...

Me parecen unas propuestas la mar de sensatas, el problema, respecto de la primera, es que tanto criticar el PP el sistema de elección del CGPJ y cuando tuvo la oportunidad de cambiarlo, estando en el Gobierno, no hizo nada de nada.