lunes, 23 de febrero de 2009

¿Dimisión a dedo?

Salvo prueba de cargo o confesión de parte, es imposible saber si las dimisiones son voluntarias o inducidas, así que nos quedaremos con la duda de si la renuncia del Sr. Bermejo es equiparable a su nombramiento o ha sido fruto de una decisión exclusivamente personal en la que no ha tenido nada que ver Zapatero. El mismo índice sirve para designar y para señalar el camino de salida.
Decía ayer en un post que estaba perdido, pero no imaginaba hasta qué punto iba a acertar con mi diagnóstico. También me referí al proverbio oriental que usó Rubalcaba para desviar la atención de la cacería (“cuando el sabio señala a la luna, el necio mira al dedo”) y advertía de que don Alfredo, todo un maestro de la oratoria política, se estaba quedando con el personal con ese refrán, cuyo tema, precisamente, es el de la distracción, el punto de mira que se desvía de lo importante. Ha caído el dedo que aprieta el gatillo.
Se preguntaban varios columnistas por qué no dimitía el ya ex Ministro de Justicia cuando lo pillaron con Garzón y ese interrogante arreció al saberse que carecía de licencia de caza para Andalucía. Ahí lo tienen: el pájaro ha sido derribado.
Por una vez, el tocayo de Rajoy ha adoptado una decisión –autónoma o forzada por su jefe- que le honra. Sobre todo si es suya. Más vale tarde que nunca.
A ver si cunde el ejemplo.

1 comentario:

Mike dijo...

Es el ejemplo que menos cunde entre la clase política. Se quedaría el hemiciclo en cuadro.