
En este país, que es un coto en el que la prensa rosa tiene licencia de caza con puesto y armas privilegiados, donde el chismorreo es parte consustancial de la España profunda –que es profundamente superficial-, nos enteramos, gracias a las filtraciones, de los trapos que ensucian la casa del PP, de las juergas cinegéticas que se monta el ministro Bermejo y de lo que se cuece –aún bajo secreto de sumario- en el despacho de Garzón. Y gracias a que nos enteramos.
El reverso del chivatazo, aunque no siempre lo contrario, es la discreción; pero quien calla, en realidad, ni dice ni otorga. Todo depende de lo que se pregone o se silencie. De todas formas, hay una tipo denigrante de confidente institucionalizado, característico de los regímenes totalitarios, como el CDR cubano, que se integra en el aparato represivo del Estado.
La ocultación también puede constituir un grave delito, de los que se cometen por omisión. Ahí está la complicidad homicida del encubridor. En un caso como el de Marta del Castillo hubiera ayudado que quien sabía del asunto, aparte del asesino, lo hubiera comunicado. Nos guste o no, los soplones siempre han prestado un servicio a la justicia y a la Justicia. Por eso, desde el Ministerio de Justicia se ha instruido a los secretarios para que no guarden el secreto y delaten a los jueces que hagan huelga.
La que se puede liar.
La que se puede liar.
2 comentarios:
Crees que se liará, o quedara todo en un ná de ná. Yo ya me lo creo todo....
Pues seguramente quedará en nada.
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