miércoles, 26 de mayo de 2010

Perder el juicio

Camps tiene un juicio pendiente y ya lo ha perdido antes de que se celebre. En una entrada reciente, yo lo comparaba con Pinocho y le achacaba que no asumiera la responsabilidad política en tanto se dilucidaba la penal. Si su Pepito Grillo era Ricardo Costa, se explica el lío en que está metido.
La dirección nacional del PP pretende obligarle a dimitir en cuanto se siente en el banquillo, según la información que publicaba el lunes El Mundo. Ese mismo día, otros medios aseguraron que algunos dirigentes estaban barajando sotto voce la idea de que Camps se hubiera vuelto loco. Hasta Rajoy le evita, quizás pensando si lo suyo será contagioso, y prefirió irse a comer caracoles a participar en un acto de desagravio.
Aunque ya se le pudo observar alguna rareza y se vieron indicios que apuntaban en ese sentido, el problema se hizo patente al sentir que se estrechaba el cerco judicial del caso Gürtel. Entonces, empezó a manifestar síntomas preocupantes que sembraban serias dudas sobre el estado de su salud mental. Su pulso para mantener en el puesto al Secretario General de los populares valencianos, en contra de los designios expresados por la cúpula, adquirió tintes vodevilescos y se interpretó como una chaladura. Protagonizó una desabrida intervención en las Cortes Valencianas donde afirmó que a la oposición le gustaría verlo “tirado boca abajo en una cuneta”. Cuando el Supremo ha ordenado reabrir el proceso, se le ha crispado todavía más el gesto y el tono y ha asegurado sentirse como Juan Sinmiedo y que era muy feliz. A quien no ha mencionado es a la mujer del César.
Mientras en Valencia no saben si cerrar filas o abrir el melón sucesorio con su correspondiente navajeo, en Madrid están pensando completar su vestuario regalándole una camisa de fuerzas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jejeje, buena entrada.

Saludos.