lunes, 31 de mayo de 2010

Fútbol es fútbol

La definición de Vujadin Boskov, un entrenador yugoslavo que tuvo el Real Madrid, es una de esas frases lapidarias que perduran por ser ocurrentes y certeras. Lo último, al menos, no se le puede negar.
El fútbol es opio de pueblo y senadores, sólo que estos lo consumen en palco VIP. Empieza el Mundial y nuestros males quedan momentáneamente aparcados. España debuta el día 16 en Durban, urbe que ganó el premio de la ONU a la Ciudad Mejor Administrada de África, y cierra su participación en la primera fase el 25 de junio, en Pretoria, trama de tráfico de influencias en la que están implicados Prenafeta, Macià Alavedra y varios dirigentes y cargos municipales del PSC. Toda una alegoría.
La última copa del mundo la ganó Italia en una final disputada a Francia y el tercer puesto fue para Alemania. Sarkozy –quien accedió con posterioridad a la presidencia de la República- y Carla Bruni todavía no se conocían, mientras que Merkel y Berlusconi ya ejercían sus cargos respectivos. A todos ellos les ganábamos en aquellos gloriosos tiempos de la Champions League.
Hace dos años, España sustituyó a Grecia como selección campeona de la Europa. Ahora, aspiramos a arrebatarle el cetro del desbarajuste económico en la competición del déficit público. Las desgracias de Grecia nunca vienen solas. Nuestros vecinos y socios del club de los PIGs deben pensar algo parecido: De Espanha, nem bon vento nem bon casamento. Sin embargo, en el Madrid están empeñados en la solución portuguesa: el año pasado con Cristiano y este con Mourinho, Florentino quiere llevar a cabo una revolución de los claveles. Sem saudade, por favor. Obrigado.
Menos mal que nos queda Portugal.

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