La noticia (no el hecho en sí ni, desde luego, la espoleta que lo provoca) es bonita: un vecino de Lazkao, cuya vivienda se ha visto afectada por una bomba de ETA, la emprende con una herriko taberna a golpes de maza.
Vale que él era el primero que, aún en su ofuscación, sabía lo que se jugaba, como también es cierto que estaba identificado por los destinatarios de su ira, por los causantes de su rabia, nada más arrear el primer mazazo, pero no había necesidad de añadir riesgo sacándolo a cara descubierta. Ayudar de ese modo a la banda en su tarea asesina era perfectamente evitable. Muchos medios digitales publican hasta vídeos que nos permiten colaborar con él en cada golpe. Eso sí, agarramos el astil metafóricamente, en apoyo moral, y desde prudente distancia.
Hoy, menos veinticuatro horas después del rapto de enajenación, ya han aparecido carteles en el pueblo en los que le tachan de fascista. Afirma que el ver a un grupo de batasunos riéndose del atentado desató su día de furia. ¡Cuantos no lo habrán tenido y han reprimido la respuesta! ¡Y qué decir de quienes han sufrido daños personales! ¡Cuánto sufrimiento el de las víctimas! ¡Cuánto aguante y cuánta hartura!
Tenían que haberle colocado un pasamontañas como he hecho yo. No era tan difícil.
Vale que él era el primero que, aún en su ofuscación, sabía lo que se jugaba, como también es cierto que estaba identificado por los destinatarios de su ira, por los causantes de su rabia, nada más arrear el primer mazazo, pero no había necesidad de añadir riesgo sacándolo a cara descubierta. Ayudar de ese modo a la banda en su tarea asesina era perfectamente evitable. Muchos medios digitales publican hasta vídeos que nos permiten colaborar con él en cada golpe. Eso sí, agarramos el astil metafóricamente, en apoyo moral, y desde prudente distancia.
Hoy, menos veinticuatro horas después del rapto de enajenación, ya han aparecido carteles en el pueblo en los que le tachan de fascista. Afirma que el ver a un grupo de batasunos riéndose del atentado desató su día de furia. ¡Cuantos no lo habrán tenido y han reprimido la respuesta! ¡Y qué decir de quienes han sufrido daños personales! ¡Cuánto sufrimiento el de las víctimas! ¡Cuánto aguante y cuánta hartura!
Tenían que haberle colocado un pasamontañas como he hecho yo. No era tan difícil.
3 comentarios:
Pues si le llaman fascista por lo que hizo, yo tambien soy fascista.
Sí Mike, es increíble. A las pocas horas de publicar este post, se ha sabido que Emilio tiene que abandonar su pueblo. No digo que las respuestas viscerales sean las más adecuadas, pero sí, Emilio es un fascista por rebelarse, por no dar las gracias a quienes destrozan su vivienda, por no aceptar con resignación que le dejen sin casa, por enfrentarse con los criminales a pecho descubierto.
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